martes, 27 de abril de 2010

cuarenta y cinco putos minutos

No me puedo creer que en una entrega de premios literarios, alguien que no sea el premiado me cuente su vida durante cuarenta y cinco interminables minutos.

Por mucho prestigio que tenga el Sr. Escritor Invitado.

Y me da vergüenza ajena ver tanto cargo oficial autofelándose. O felando verbalmente al cargo que tiene a su lado. Por su inestimable colaboración y todo eso. Inestimable colaboración en un concurso que va a menos gracias a su inestimable colaboración. No lo difunden, no lo publicitan, no publican a los premiados hasta un año después, amplían el plazo de presentación en el último instante porque por la falta de información no se presenta ni la mitad de gente esperada, en fin.

Y encima tienen la suerte de poder premiar a escritores cojonudos, porque los hay, pero no gracias a su inestimable colaboración.

Yo quiero escucharle a él, oiga, por eso vine. Porque ganó mi compañero, magnífico escritor, maravillosa persona, y quiero escuchar lo que él tiene que decir, él, que ha escrito todo eso. Quiero escuchar lo que ha escrito porque POR ESO estamos todos aquí. Por lo que él ha escrito. No para verles las jetas a ustedes, Señores Cargos Oficiales de la Universidad.

Es un problema tan viejo como Platón, lo de expulsar a los falsos poetas. Un problema tan viejo como Jesús y la mala ostia que le ponían los fariseos.

Recuperar la voz, la voz, LA VOZ!!