domingo, 18 de septiembre de 2011

ávida

acabé los exámenes de septiembre. han sido infernales. el trabajo y la casa se me echaban encima cada vez que pretendía estudiar. al final salí como pude, no muy mal parada. 

el cerebro me rebosaba información. ha necesitado un par de días para descomprimirse. tenía muchas ganas de ver una película o algo así de naturaleza más bien contemplativa, pero a la hora de la verdad, me he puesto a devorar libros. 

todos los que no me ha dado tiempo a leer a lo largo de este curso. la lista sería larga. y me he dado cuenta de que leer sin tener que subrayar, sin pararme a resumir, sin memorizar lo que estoy leyendo, ya es un placer cercano a lo contemplativo y a lo que consideraba 'ver una peli' antes de este año de memorizar y aprender y leer de manera comprimida. 

bueno, pues este fin de semana han caído El extranjero, de Camus, que recomendaría y también;

Ampliación del campo de batalla, de Houellebecq. me lo compré el jueves, después de mi último examen. dado que en el arrebato me compré otro de este tío, Plataforma, le daré una segunda oportunidad. porque con este que he leído no me parece el existencialista de nuestros días como dice la contraportada, me parece un gilipollas malhumorado y la novela, tirando a mala. 

idiotas egocéntricos del mundo, tengo una noticia para vosotros: describir un par de borracheras en unos folios aderezadas con unos cuantos tacos no os convierte en sucesores de Bukowski. creo que hay una plaga de capullos que se creen antihéroes pero que son sencillamente idiotas malhumorados. 

porque mi tercera lectura ha sido El niño criminal de Jean Genet. sin duda el mejor de los tres. quizá de lejos el mejor de los tres. Houellebecq tenía algún tipo de aspiración a novela filosófica, lo dice él mismo en la primera parte, pero debería llorar y quemarlo todo si alguna vez lee El niño criminal:

"Si es cierto que toda obra se continúa y se completa conforme un rigor que se refiere únicamente a una constante lealtad en sus relaciones, entonces, en una vida que, comparable a la obra de arte, es ruptura y fin en sí, toda moral no es sino orden coherente que se refiere únicamente a una constante lealtad en la relación de actos entre sí. Locas, nuestra moral era una estética."

y sigo ávida, quiero leerlo todo, todo.