viernes, 13 de julio de 2012

la sombra de un poema de Bertolt Brecht

no lo encuentro, lo confieso,
no lo encuentro.
he buscado,
aquel poema leído hace tanto,
creo que era de Bertolt Brecht,
sabéis, creo que era de Brecht,
una vez, hace diez años,
un verso suyo me cambió la vida,
la hizo ser más mía.
ni siquiera un poema:
fue un verso,
de un libro sacado de la biblioteca
que decía

'el viento ha cambiado'

der wind hat sich gedreht,
decía,

y en ese momento
dejé la carrera de derecho
que en realidad
nunca tuve ganas de empezar
 
bueno, en ese libro
otro poema,
leído hace diez años
no recuerdo el comienzo
no recuerdo
más que la sombra del poema,
su impacto

hablaba de una anciana,
tras la guerra mundial
-no creo que importe
si primera o segunda,
en cualquier caso
también podría ser la tercera,
en cualquier caso,
Brecht vivió las dos-

y ojalá alguien me lo recordara,
me pasara el link,
me dijera qué libro,
qué poema,
hasta entonces

voy a intentar
condensar la sombra del poema,
algo como:
-con todos mis respetos
y lavándome las manos
antes de escribir
como Brecht-

"La anciana acudía cada mañana
a la tienda, puntual,
saludaba al tendero,
se conocían hace décadas.

Paseaba entre los estantes.
Tomaba en su cesta

un paquete de arroz
uno de harina
una barra de pan
un bote de garbanzos
un bote de judías
dos cartones de leche
una pechuga de pollo
una lechuga
un kilo de tomates
un kilo de cebollas.

Y caminaba despacio
hasta el mostrador
y ponía los paquetes uno a uno
con cuidado, ordenados,
junto a la caja registradora,
mientras se formaba un poco de cola
y el tendero
los pasaba por la caja registradora
uno a uno

11.85€ dijo

y la anciana:

'No tengo dinero.
Antes sí tenía.
Esto era lo que solía comprar.
Sabes que siempre pagué
hasta el último céntimo.
Pero ahora han subido todo.
El agua, el gas, la luz. el IVA,
y no puedo comprarlo.
Necesito estas cosas,
las necesito y no puedo pagarlas.
Pero vendré todos los días
y ojalá que lo hagan todos,
todos los que ya no pueden comprar comida.
Para que todo el mundo lo sepa.
Para que nadie se quede en su casa avergonzado
y que todos sepamos lo que pasa,
y que se sepa que esto es lo que ya no podemos comprar.'

Y como cada día,
la anciana volvió a recoger
los paquetes del mostrador,
uno por uno,
y los volvió a poner en la cesta
y los volvió a llevar a su lugar
en los estantes.

Y dijo
'Hasta mañana'
la cabeza alta 
antes de salir. "