viernes, 8 de febrero de 2013

contra los recortes (XXVI) las uvas de la ira: capítulo XIV

lo he dicho más veces y lo digo y lo volveré a decir: ese libro cuenta todo lo que está pasando aquí y ahora. y cuando busco citas en él para poner aquí, busco como se busca en la Biblia. 

"Los grandes propietarios, nerviosos, sintiendo el cambio, pero sin querer saber nada de su naturaleza. Los grandes propietarios, dirigiendo sus esfuerzos contra lo inmediato, el gobierno en expansión, la creciente unidad de los trabajadores; atacando los nuevos impuestos, los proyectos; sin darse cuenta de que estas cosas son resultados y no causas. Resultados, no causas; resultados, no causas. Las causas yacen en lo más hondo y son sencillas: las causas son el hambre en un estómago, multiplicado por un millón; el hambre de una sola alma, hambre de felicidad y un poco de seguridad, multiplicada por un millón; músculos y mente pugnando por crecer, trabajar, crear, multiplicado por un millón. La función última del ser humano, clara y definitiva: músculos que buscan trabajar, mentes que pugnan por crear algo más allá de la necesidad: esto es el ser humano. Levantar un muro, construir una casa, una presa y dejar en el muro, la casa y la presa algo de la esencia misma del ser y tomar para esta esencia algo del muro, la casa, la presa: músculos endurecidos por el trabajo, mentes ensanchadas por la asimilación de ideas nítidas y formas que fueron parte de la concepción de la obra. Porque el ser humano, a diferencia de cualquier otro ser orgánico o inorgánico del universo,  crece más allá de su trabajo, sube a los peldaños de sus conceptos, emerge por encima de sus logros. Se puede decir que cuando las teorías cambian, se desmoronan, cuando las escuelas y las filosofías, cuando oscuros callejones estrechos de pensamiento, nacional, religioso, económico, crecen y se desintegran, la humanidad extiende una mano, avanza tambaleante, penosamente, a veces en la dirección equivocada. Habiendo dado un paso adelante, puede resbalar, pero sólo medio paso, nunca dará el paso entero hacia atrás. Esto se puede decir del ser humano y se sabe. Es evidente cuando las bombas caen de los negros aviones en medio de la plaza del mercado, cuando se ensarta a prisioneros como si se tratara de cerdos; cuando los cuerpos aplastados se desangran entre la suciedad y el polvo. De esta forma se puede uno dar cuenta. Si no se diera ese paso, si el dolor de avanzar a trompicones no fuera algo vivo, las bombas dejarían de caer estando vivos los que las arrojan, porque cada una de las bombas es la prueba de que el espíritu no ha muerto. Y teme el momento en que las huelgas dejen de producirse mientras los grandes propietarios siguen vivos, porque cada pequeña huelga aplastada es la prueba de que se ha dado el paso. Puedes saber esto: teme el momento en que el hombre deje de sufrir y morir por un concepto, porque esta cualidad es el hombre mismo, y lo que le diferencia en el conjunto del universo."