jueves, 7 de febrero de 2013

noches de diablos

O desenjaularme un rato.
Resulta que me volví adicta a las noches de diablos.

Anoche la escritora invitada era Patricia Monge y el tema era el erotismo. Después de leer sus textos, propuso la frase:

"No recordábamos que esa mañana teníamos muñeca hinchable a domicilio"

Vaya. Inmediatamente me hizo recordar aquella oscura anécdota que tuvimos con una muñeca hinchable a domicilio hace tiempo. Puñetera casualidad. Lo veía muy claro, pero realmente no me daba el valor para contar aquello, qué queréis que os diga: yo creo que se me iba a ver el plumero, que se iba a notar demasiado que aquel retorcido episodio había sido cierto. Y joder, qué palo. Es que fue una movida...muy muy gore, lo de la muñeca hinchable a domicilio.

Así que me salí a fumar con Yofre, y a pensar cómo conseguía evadir la situación.

Entonces apareció una anciana, con un bolso enorme y un carrito de compra lleno de cosas. Nos sonrió. Yofre la conocía, yo no. Sacó un taco de papeles doblados. Como una baraja de naipes. Pero eran poemas. Una baraja de poemas. La anciana llevaba una baraja de poemas, una baraja de versos, por el amor de los cielos ¿se puede ser más bella? ¿se puede ser más bella? a mis ojos no se puede ser más bella. Pero cómo puede existir gente tan bonita.

Y entonces saqué un papel de la baraja, lo abrí y había versos de amor que le regalé después a Horacio.

Y entonces saqué otro papel de la baraja y lo abrí y


¿Qué vida es
la que transcurre
entre un trabajo que no gusta
y un beber que no apetece?

Marina Arce


Y así conocí a Marina Arce, regalo de la vida en la noche de ayer. Y así me traspasó Marina Arce, oráculo, poema humano, sabia de las noches callejeras. Y no creo que hubiera en ese taco ni un solo poema que necesitara más que el que saqué. Todas las sibilas son mis hermanas.


Conseguí volver adentro y escribir algo. Algo que desviara la atención del turbio asunto de la muñeca hinchable. Escribí una anécdota inventada, poco creíble y disparatada, sobre una noche loca de sexo y desenfreno con los amigos de un amigo, un botellón improvisado en una casa de estudiantes (un erasmus permanente), 34 rondas de 'Yo nunca' y una partida de Twister.

No me esperaba quedar  finalista, fue todo un honor. No quiero ir de listilla, pero visto el resultado, creo que si hubiera contado la verdadera anécdota con la muñeca hinchable a domicilio, hubiera ganado sin duda. Porque es que aquello fue una puta locura. Lo de la muñeca hinchable, joder. Eso fue una movida...