martes, 9 de abril de 2013

mojar o no mojar II

también curré mucho tiempo en el ropero de una discoteca. yo estaba allí desde las diez de la noche hasta las siete de la mañana. a eso de la una, más o menos, empezaba a llegar la gente desde los botellones o desde otros bares que eran el punto de partida. a eso de la una, la gente venía ya entonada y con ganas de ligar.

yo guardaba sus abrigos, y lo veía en sus ojos. más o menos 25% de expectación, 25% de esperanza, 25% de convencimiento y 25% de borrachera.

por supuesto había parejas ya establecidas y todo eso, pero a mí me interesaban los que iban solos, los que iban a ver si ligaban. que te das cuenta de que, en ese ambiente, eran la mayoría. ¿por qué aguantar no un de-vez-en-cuando sino un finde-tras-finde un garito de música mediocre y repetitiva a todo trapo, donde lo único que puedes hacer es beber y hablar a gritos? pues por eso: por si acaso mojas. más que nada. es así. así que lo que yo quería saber era cuántos de los que vienen solos conseguían irse acompañados.

yo veía eso en los rostros a la entrada. la gente quería ligar, pero poca gente ligaba. claro que se me escapaban detalles, por supuesto: por ejemplo gente que se liaba dentro del bar, a lo mejor. eso yo no lo veía. o los que salían a la calle disimulando, primero uno y luego la otra. vale. eso se me escapaba. pero no se me escapaba que el 25-25-25-25 de unas líneas más arriba se había convertido a la hora de cierre en un 50% borrachera y 50% de resignación. en una aplastante mayoría.

es jodido, amigos: un garito en el que había cientos de personas medio borrachas y deseando mojar, y no mojaba ni una docena. y estoy siendo generosa. tremendo. no sé. me hacía pensar que hay algún tipo de fallo estructural en el ritual de cortejo-apareamiento. vamos, que los avechuchos en celo obtienen mejores resultados que muchos entornos humanos. y entonces piensas: cientos de miles de años de evolución para esto. para que la danza de cortejo se base en contoneos forzados a ritmo de Chenoa. 

también descubrí un comportamiento humano interesante: el efecto ropero. 

se resume así: un tío entra a un garito y deja su chupa en el ropero para estar más cómodo y ligar con más soltura con las chatis. después de cuatro horas y cinco copas, no ha conseguido ligar con las chatis de la pista, ni con las que hacen cola en el baño, ni con ninguna de las camareras. el garito se está vaciando. van a cerrar. bueno,  el chico asume su derrota una noche más, y se dirige al ropero a por su cazadora. 

en ese momento, y no antes, el chico cae en la cuenta de que la chica del ropero es una humana género femenino, sí, con rajita entre las piernas y total, es la chica del ropero, seguro que nadie le hace mucho caso...

vamos a ver, chaval: antes que tú ya han venido media docena de rebotados intentando lo mismo; después de no haberte podido ligar a ninguna chati, y por descontado a ninguna camarera,  no me vengas con ese tufo a desesperación. ten un poco de dignidad y anda a dormirla. o te achucho al portero. 

*consejo gratis: si por una de esas quieres ligarte a la chica del ropero, hazle caso al entrar.