lunes, 22 de abril de 2013

mudanza- el níspero de abajo

cosas que voy a echar de menos: el níspero de abajo.

mis padres tienen una casa en el campo y en frente de esa casa de toda la vida había una parcela con un níspero que asomaba sus ramas a la calle. en esa parcela no vivía nadie, sólo venían de vez en cuando una pareja de ancianos a pasar el día. tenían una pequeña caseta, pero nunca construyeron una casa. 

era el mejor níspero del mundo. nos pasábamos el verano merendando nísperos y siempre había más. todo el mundo quería a ese níspero. 

el anciano murió, sus hijos vendieron la parcela. la compró una familia maleducadamente urbanita. lo primero que hicieron fue talar el níspero. todo el vecindario se les echó encima. que es que no sabían que era un níspero, dijeron. pues no tales lo que ni siquiera sabes qué es, maldito bastardo gilipollas urbanita de mierda, digo yo, y dijimos todos. yo nunca les perdoné lo del níspero, ni se lo he perdonado. a veces me joden los urbanitas en el campo, esa es la verdad. son cien veces más dañinos que un pueblerino en la ciudad.

total, que cuando vine a vivir a Madrid, a este piso, me asomé a la ventana y vi que había un níspero debajo. y me pareció buena señal. es más joven y da menos frutos, nada que ver con aquel magnífico níspero enorme que había en el campo, justo en frente de mi casa, pero la vida me ha hecho desarrollar una superstición, y consiste en que siempre, siempre, siempre es bueno tener un níspero cerca. por si acaso. no lo sé, el caso es que a mis vecinos de en frente en el campo, los que talaron el níspero, no les ha ido muy bien que digamos. cortaron el níspero (no fue el único árbol que cortaron, malditos bastardos gilipollas urbanitas de mierda, pero sí fue el que más me dolió) y luego todo les fue mal. y es que hasta las noticias evidencian que siempre es bueno tener un níspero cerca, o debajo de casa. por si acaso.