miércoles, 15 de mayo de 2013

creo en los sueños como creo en el picor de las cicatrices

no es que crea o no crea en cosas raras, es que me tengo que creer lo que me pasa a mí y es mío. 
(bueno, y si me pasa a mí entonces no es tan raro, nadie es tan especial como para que las cosas le pasen sólo a él, supongo, aunque todos en algún momento creamos lo contrario)
creo en el desasosiego que llega como un virus y se anuda en las entrañas. 
en los golpes de calor, en los cortocircuitos en el mismo punto de dos cerebros a distancia, 
creo en la telepatía, en la telesexía, en la no casualidad de las causalidades. 
creo en mis sueños aunque a veces los ignoro.
creo en mis sueños literalmente. creo que la fase REM sabe cosas que no sabemos que sabemos.
me compré un diccionario de sueños bastante bueno cuando tenía doce años (El gran libro de los sueños, de Emilio Salas) fue uno de mis primeros libros de tapa dura.  fue porque no paraba de soñar y tenía el significado en la punta de la lengua pero no llegaba a él y eso me perturbaba.
el diccionario de sueños fue bueno para mí porque aprendí que cada persona tiene sus propios símbolos y que sólo ella puede interpretarlos. me ayudó a entender mis propios símbolos. me asombró muchas veces.
a veces sólo se entiende después. cuando pasa. por no escuchar o no querer creer. 
eso pasa. 
a veces no hago caso, pero están ahí. siempre han estado. y a veces dicen cosas.

tenía quince años y soñé que me despertaba el sonido del teléfono y que miraba la hora y eran las tres y algo de la madrugada y que entonces pensaba que llamaban porque se había muerto mi abuelo. entonces me desperté de verdad y no estaba sonando el teléfono. a la noche siguiente me acosté vestida, lista para cuando, a las tres y algo de la madrugada, mi padre entró en mi habitación, después de contestar al teléfono que sonaba para anunciar que había muerto mi abuelo.
el mismo con el que soñé tiempo después. me decía con toda naturalidad di a todos que estoy bien 
(pero nunca se lo dije) (lo siento)

soñé
que el chico del que estaba enamorada me regalaba flores marchitas
y nunca nos pusimos de acuerdo para querernos a la vez.

muchos años después soñé nítidamente
cómo me buscaba en sueños
y yo no estaba
yo no estaba en el sueño que yo misma estaba soñando
estaba él, buscándome
y no es que no me viera
es que yo no estaba
y luego entendí
me da igual que me llames loca
entendí 
es porque no era mi sueño:
era el suyo
y sucedía que el cobarde
no se atrevía a soñarme
no se atrevía a soñarme. 


también soñé 
que era de noche y cruzaba
un río de agua podrida,
un río de agua estancada, 
maloliente
todo para encontrar a mi amor
que estaba al otro lado
y cuando llegué 
me miró
y me dijo
no me acuerdo de ti ¿cómo te llamabas?
y fue un poco así, 
sí.

también una temporada 
estuve soñando con los remordimientos
que tenía quien dormía a mi lado
por haberme engañado
y aquello muchas noches
me dejaba sin soñar mis propios sueños
y era tan fastidiosa 
una cosa como la otra
y estuve así hasta que me lo contó
y le dije que por favor,
que no tuviera remordimientos,
que no nos dejaban dormir
a ninguno de los dos.

y bueno
en realidad no sabía a dónde iba 
cuando empecé a escribir esto
lo he comprendido ahora
al escribir lo demás
creo que he entendido
que hasta ahora,
alguna vez me he colado
en los sueños de otros
hablo 
de colarse de verdad
quiero decir, igual que te conectas a un wifi
o sintonizas una frecuencia de radio 

me ha asaltado la certeza
-de pronto es una certeza,
ahora que conseguí ponerle palabras.
ponerle nombre al desasosiego-

nunca me había pasado.
creo que alguna noche de estas
alguien se ha colado en los míos.
en mis sueños.
cómo decirlo:
que me han pirateado el wifi cerebral en la fase REM.