jueves, 6 de octubre de 2022

27 de septiembre (con retraso) - Undécima edición

Máximo Gorki propuso en 1935 que todo escritor, aspirante, reconocido o anónimo, profesional o aficionado, narrase un día de su vida: el 27 de septiembre. Este 27 de septiembre de 2022 es mi undécima edición... Miento, hoy es 6 de octubre y, aunque el 27 de septiembre lo tuve en mente, lo he ido dejando pasar. Pero hoy, por sorpresa, alguien me dijo que quería leerlo. Y me ha dado el chute que necesitaba. Jamás hubiera pensado que alguien seguía leyendo este blog. (¡Gracias, S.)

Dan las 00:00 y estoy con Horacio en el salón viendo Expediente Warren. De vez en cuando nos gusta una peli de miedo y ésta da un miedo que te cagas. Mi debilidad es todo aquello que diga "basado en hechos reales". Me pueden anunciar "La increíble historia de la señora que bajó a comprar yogures y no se encontró con ninguna vecina" y yo: "joder que fuerte, tengo que verla" Así soy. Pero Expediente Warren es buena, te deja acojonada para días (y noches). 


Nos vamos a dormir. Al día siguiente él tiene uni y yo no trabajo, estoy de baja hasta nuevo aviso. Todo porque a finales de agosto pasó algo extraño. Una mañana me levanté y veía un poco borroso por el ojo derecho. No le di mucha importancia. Al día siguiente, el párpado estaba medio caído y noté que veía doble al mirar hacia arriba. Fui a la oculista, me dijo que el ojo estaba bien y que veía de lujo. Al día siguiente seguía igual, y fui a la fisio por si era a causa del bruxismo, que se me hubiera pillado el nervio óptico. Me dio un masaje en la cabeza y me volví a casa. Al día siguiente, ya 31 de agosto,  seguía igual y después de comer con mis padres (era su aniversario) decidimos acercarnos a urgencias, al Hospital Gregorio Marañon. 

En urgencias me miraron a tope en Oftalmología, no vieron nada. Me derivaron a Neurología, me hicieron muchas pruebas físicas (fuerza, coordinación, equilibrio...) y un TAC. No salió nada. Pero estaban mosqueados y me recomendaron quedarme ingresada. Os lo he resumido mucho pero fueron como siete horas en urgencias. Pasé la noche en la unidad de pre-ingreso a la espera de una cama en la planta de Neurología. Con una de las sensaciones de extrañeza más intensas de mi vida. Dormir con mascarilla, en una sala con gente muy mayor y muy malita, un señor intentando arrancarse la sonda cada media hora, las luces, los pitidos, yo pensaba "cómo he llegado yo aquí, qué coño está pasando". Lo normal. 

Me subieron a planta por la mañana. Me tocó habitación para mí sola, varios días. Me hicieron muchísimas pruebas. Las primeras no dolían: resonancia magnética, doppler, análisis de sangre, electrocardiograma, eran fáciles. Por las tardes venían mis padres, me daba un paseo con ellos y casi se me olvidaba que estaba ingresada. Cuando me cansaba de ver doble me ponía un parche. Compramos parches de colores, porque siempre divina nunca indivina. Luego venían los resultados: todo salía normal pero tenía que ser algo. Así que no me daban el alta y me hacían más pruebas. Ahí llegaron las que dolían o daban repelús. La puta punción lumbar, el TAC con contraste y la arteriografía por catéter en la que me vieron un hermoso y contundente aneurisma cerebral. Eso que si peta se llama ictus o derrame cerebral y te puede dejar fiambre o moñeco. Eso fue un jueves, y el viernes me dijeron que me operaban el lunes 12. Yo le llamé Neuri, al aneurisma, y a ratos le decía "va, ya no te explotes. Aguanta un poquito, sólo un poquito más". 

Me operaron, con mercurio en plena retrogradación, y por supuesto me vino la regla la noche previa a la operación. Una fiesta. No lo digo de coña, la anestesia general es uno de los mejores inventos de la humanidad. Me hizo pasar la tardenoche del post operatorio más agusto que un gatete al lado de un radiador. Todo fue bien. Me rellenaron a Neuri de platino, me pusieron un stent y a los dos días me dieron el alta. Mientras tanto, Hor fue a verme todos los días y me traía todo lo que le pedía: bragas, cremitas, libros, barajas de tarot, queso, hamburguesas vegetas (es durillo ser vegetariana en el hospital). Se portó increíble, mi amor. 

Tuve mucha suerte. La última noche en el hospital apenas pude dormir. Del subidón de saber que me habían salvado, que aquello iba a petar. Que me habían desconectado una bomba de relojería que no sabía que tenía. Di abrazos a mis médicos, a las enfermeras, hubiera abrazado a todo el mundo. Pasé 15 días en total en el hospital y me había librado de una buena. 

Lo mejor de volver a casa: Mis gatos. Dormir con silencio y no con pitidos y enfermeras entrando a tomarte la tensión. Levantarme a la hora que me dé la gana. Comer lo que me dé la gana. El jardín. La piscina. Depilarme. Maquillarme. Sentirme jodidamente viva y afortunada. 

Me dieron un mes de baja y me va a sobrar una semana. He tenido molestias, mareíllos, un moratón tremendo por las vías que me pusieron en la operación y tengo medicación unos meses, pero en general todo va genial y procuro no quejarme nada de nada. Me ha tocado la mejor lotería. 

Así que terminamos Expediente Warren, nos vamos a dormir y al día siguiente me despierta Nadine. Nadine llegó a casa el 18 de octubre del año pasado. Tití me dejó un vacío muy grande y esta casa estaba pensada para tres gatos. Y yo siempre había pensado que si alguna vez Tití no estaba, adoptaría un gato mayor. Que son los que lo tienen más difícil. Miré en el instagram de Hoope e inmediatamente me llamó la atención su foto y su historia. Nadine vivía con 5 gatos más en una casa con una humana, pero la humana falleció y nadie se preocupó por ellos hasta al cabo de 3 semanas. Cuando llegaron a rescatarlos, uno había fallecido ya y todos estaban medio muertos de hambre y sed.

Pasó meses en el refugio y le calculan unos 12 años. Así que no era candidata fácil para una adopción. Yo me enamoré de ella, no me la podía quitar de la cabeza y se lo dije a Hor. Hicimos los trámites y fuimos a por ella. Desde el momento que llegó, estuvo feliz. Desde el minuto uno, ronroneaba y saltaba de alegría y durmió en mi cama y quiso hacerse amiga de Ginés (lo consiguió en seguida) y de la Enana (no tanto, porque la Enana es una gruñona. Pero hasta ella se acabó ablandando con Nadine) es cariñosa, lista, sociable, agradecida, juguetona, graciosa, aparenta tener un año. Y aunque no se parecen, tiene detalles que sólo tenía Tití y me hace pensar que es su prima espiritual o que Tití me manda mensajes a través de ella. Como diciendo "hiciste bien, tenía que ser ella". Y yo doy gracias cada día por tenerla aquí y saber que le estoy dando la mejor vida. 


Desayuno a gustísimo y saco una carta de tarot para el día de hoy. Estoy intentando aprender tarot. Sale El Sumo Sacerdote. Busco en mis libros y resumo la información en mi cuaderno. Hago así cada día, para intentar retener los significados poco a poco. Me está encantando el tarot. Me tomo mis pastis, me pongo Thrombocid en el moratón. Recojo la habitación, me pongo el bikini y me baño en la piscina. Me hago 30 largos y luego me doy una ducha calentita que es como estar en la gloria. Me pongo crema hidratante, me visto y pongo una lavadora. Limpio la arena de los gatos. 

Me cocino una ensaladita de huevos cocidos, atún vegetal, pimiento rojo asado y mayonesa. Y me voy a comprar al supermercado, porque mañana vienen amigos a cenar y quiero hacer mis famosas berenjenas rellenas asadas. 

Después hablo con un par de amigas, respondo mensajitos en instagram. Todo el mundo ha estado muy pendiente de cómo estoy y es muy de agradecer. Me siento muy querida. 

Me pongo a ordenar la carpeta de los papeles importantes y tiro un montón de facturas y cosas viejas. Esas cosillas para las que no se saca tiempo en la vorágine de la vida trabajando. Riego algunas plantitas. Ha sido un año de aprender mucho: he conseguido establecer a mi nueva yo en esta ciudad, interesarme por la jardinería y sacar adelante caléndulas, lirios, tréboles, hortensias, gynuras, tradescantias, perejil, cebollino y un kumqat.

Aprendí un montón en el curso de joyería, y este año seguiré. Hice bastantes encargos de mis cosas de vidrio (Aunque muy tranqui. No me he dado mucho bombo. En este tema, sé que lo mejor está por llegar) Fui a las clases de restauración y me cundió, aprendí lo suficiente como para ser capaz, con la ayuda de Hor, de modernizar muy dignamente el mueble del salón. Quedan más. Ibamos a empezar con otro justo cuando me ingresaron. En esas clases no voy a seguir porque me he apuntado a Yoga y todo ya no puede ser. Mañana (7 de octubre) empiezo Yoga. 

Me adapté al no bullicio, a no vivir en el centro. A disfrutar de esta casa grande, a reírme cuando pasa el chatarrero a las 8 de la mañana o los vecinos soplan las hojas del jardín a la misma hora. Todo el mundo madruga más que nosotros. Lo conseguí, me adapté a esta nueva etapa de mi yo, y soy feliz. Y soy la fucking Emperatriz de mi vida y de nuestra casa.

Al final no fui a que me leyeran el tarot. Las cosas importantes que han pasado, no hubiera podido evitarlas. Y no me da ninguna angustia pensar en cómo estaré el 27 de septiembre del año que viene. Porque lo que tenga que ser, será, y lo que no, no será. 

Por la tarde picoteo. Como pipas, pepinillos, una cervecita. Así que cuando llega Hor él cena fuerte pero yo como un poco de queso, fruta y estoy. Y no lo podemos evitar, nos vemos Expediente Warren 2. Por supuesto, también basada en hechos reales. Como todas mis historias favoritas, memorables aunque no pase gran cosa. No hay explosiones ni persecuciones a 200km ni nadie salva el mundo ni gana la guerra en mis historias favoritas. Hay chicas acariciando a sus gatas, gente enamorándose, niñas siendo desobedientes, ancianos echando de comer a las palomas. Hay casualidades de esas que te dejan pensando en el destino. Pequeños pero impactantes giros inesperados de la vida. Señores que caminan 15 km al día y cumplen años hacia atrás, ferias de pueblo con olor a churros y patatas asadas, cajas de Nicanores, un caracol que aparece en mi puerta una mañana cualquiera, plantas que rebrotan cuando las dabas por muertas. Magia de andar por casa. 

Mi coco por dentro y Neuri, abajo a la derecha