martes, 27 de agosto de 2013

mateinomanía

ayer bajé a comprar mate.

hace años que lo tomo. bastantes años ya. he tenido rachas en las que lo tomaba menos pero siempre vuelvo a él y hace ya tiempo que es de continuo. antes desayunaba café con leche y mucho azúcar. pero no puedes tomar todo el café que te dé la gana: la cafeína da dolor de cabeza y hace polvo el estómago. en cambio, sí puedes tomar todo el mate que quieras. es una gran ventaja. la mateína, eso es. la mateína es la clave. no voy a hacer ahora un tratado sobre las bondades del mate, porque esa es otra historia. el caso es que si amanezco en mi casa desayuno mate, y si estoy en ella después de comer, suelo tomar otra vez. 

y ayer bajé a comprar un paquete en previsión, porque madrugo demasiado toda esta semana y me fastidia mucho mucho levantarme a las seis y que no quede mate.

antes, hace años, lo encontraba sólo en herbolarios, pero eso ha cambiado. ahora lo tienen en cualquier tienda de productos latinos, y tiendas de alimentación usualmente regentadas por chinos -es curioso- y, esto lo he descubierto hace poco, en una frutería que llevan unos indios bastante majos, al lado de mi nueva casa.

así que pongo el paquete de mate en el mostrador y el dependiente me sonríe y me dice algo que ya me han dicho muchas veces a lo largo de mis años de mateadicción o mateinomanía. hacía tiempo de la última vez.

-¡Ah! Mate...eres argentina.
-Eh...no, qué va...
-Ahhh, vale, entonces uruguaya.
-No, no...

me mira extrañado

-¿Paraguaya?
-Que no...soy española...
...

-¿Y por qué tomas mate?
-Bueno, porque me gusta...es mejor que el café y...hace años que lo tomo.

(también me gustan de corazón y son parte activa de mi dieta el mojo picón desde que fui a Canarias y lo probé; las mermeladas francesas o en general artesano-sibaritas, el queso parmesano, los bulbos de hinojo fresco, el hummus, el pomelo chino, la sopa de miso, las ensaladas con algas, el pescado crudo, el tajín mexicano, el ceviche, ohh, el ceviche...y así. cuando me gusta una comida sea de donde sea, la incorporo a mi alimentación para siempre. me flipa que se puedan seguir descubriendo sabores nuevos. con los colores no pasa. amo los colores pero no hay colores nuevos. colores hay los que hay, con sus matices que también están inventados, no sé. creo que no hay colores nuevos. sabores sí, puedes seguir descubriendo sabores toda la vida y cuando pruebas uno es como es como ver un color nuevo y es una pasada)

no le convence mucho. y concluye:

-Qué raro.

y por un momento me siento un poco extraña, extranjera. me parece algo cómico que el indio que vende fruta (y cilantro fresco, y papayas, y plátanos macho) en el barrio de Tetuán, se extrañe de mis gustos cosmopolitas.

pero es que no iba contarle de buenas a primeras la historia de cómo empecé a tomar mate.

fue el primer opuesto perfecto que tuve ¿sabe? era de uno de esos países que ha dicho usted. le conocí porque entré en su tienda por pura casualidad, iba buscando un regalo para el cumpleaños de una amiga. era una tienda de artesanías del mundo, una tienda pequeña y preciosa. tenía muy buen gusto. también era buen vendedor y tenía ese acento y un nombre precioso sí, tenía un nombre que no he escuchado antes ni después, y era un tío inteligente y me sacaba así a ojo unos diez años, no sé, nos pusimos a hablar y el caso es que acabamos charlando en la trastienda porque era una tarde aburrida de invierno y nadie entraba a comprar nada; hacía un tiempo de perros, un frío de muerte y cebó un mate para que yo lo probara. me explicó paso por paso cómo se hacía.

y ese olor siempre es el mismo, ese olor a madera tibia, siempre es como la primera vez, como aquella vez. nunca lo había olido ni probado. mi opuesto perfecto me regaló un olor y un sabor nuevo. un pequeño desvirgamiento. lo noté. supe que ese olor se iba a quedar en mi cerebro, y que cuando yo quisiera, me llevaría hasta ese momento exacto.

ese fue el momento: el agua filtrándose, un poco de azúcar que se deshace, la hierba que se hincha, esponjosa, y aumenta su volumen y desprende el sabor -por eso, ¿viste? lo llené de hierba sólo hasta las 3/4- y el vapor que asciende en un olor amaderado.

antes de probarlo me avisó:

-A los españoles no os suele gustar. No sé por qué, pero es así. Es algo que te gusta o no te gusta.

y lo amé de inmediato. al primer olor, al primer sorbo.

menuda historia. quiero decir, no voy a contarla ahora, porque estábamos hablando de Cómo Probé la Hierba Mate y no de esa historia larga, rara, caótica y clandestina que tuve con mi opuesto perfecto.

por supuesto, he tenido que  parar de escribir para prepararme un mate, a pesar de que son casi las doce y me levanto a las seis, a riesgo de que me quite el sueño, pero quería un poco, sólo un poco, para ambientarme en el relato, claro.

nunca fue una relación. pero fue un vínculo.

la tienda cerró hace tiempo: la crisis, ya ves. ahí hay un buen tema 'contra los recortes': la gente pierde poder adquisitivo y ya no puede ir a comprar artesanías del mundo y encontrarse a un maromo categoría 'pasión de gavilanes' en una desapacible tardenoche de invierno. una jodida pena. él se volvió a su país donde pronto empezará la primavera.

y eso es. brindo con mi mate apuntando hacia el sur. por Cómo Probé la Hierba Mate.