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lunes, 22 de abril de 2013

mudanza- gatunos callejeros


cosas que voy a echar de menos: el acoso y derribo de mis queridos gatos callejeros cuando me dicen miaumiaumiaumiau

mamá gata callejera me espera, maúlla cuando llego y cuando me voy, se pone de patitas contra el portal para hacerme chantaje emocional y por fin, después de tres años, me permite acariciar un poquito su cabeza cuando les pongo comida. 

los gatos que tuvo el pasado otoño ya son grandes. ese gris que se ve es uno de ellos. también hay dos negros que se llaman mediacola y colatorcida. colatorcida es la que más se acerca a mí. es gata. sólo conocían el frío, porque nacieron tarde. ahora acaban de descubrir la felicidad, es decir, estar tirados debajo de los arbustos, en solisombra, al calorcito de la tarde.

vendré por aquí. porque la confianza de los gatos callejeros es muy, muy difícil de conseguir y no se debe traicionar. y porque todo barrio que se precie tiene una loca de los gatos. 

mudanza- el níspero de abajo

cosas que voy a echar de menos: el níspero de abajo.

mis padres tienen una casa en el campo y en frente de esa casa de toda la vida había una parcela con un níspero que asomaba sus ramas a la calle. en esa parcela no vivía nadie, sólo venían de vez en cuando una pareja de ancianos a pasar el día. tenían una pequeña caseta, pero nunca construyeron una casa. 

era el mejor níspero del mundo. nos pasábamos el verano merendando nísperos y siempre había más. todo el mundo quería a ese níspero. 

el anciano murió, sus hijos vendieron la parcela. la compró una familia maleducadamente urbanita. lo primero que hicieron fue talar el níspero. todo el vecindario se les echó encima. que es que no sabían que era un níspero, dijeron. pues no tales lo que ni siquiera sabes qué es, maldito bastardo gilipollas urbanita de mierda, digo yo, y dijimos todos. yo nunca les perdoné lo del níspero, ni se lo he perdonado. a veces me joden los urbanitas en el campo, esa es la verdad. son cien veces más dañinos que un pueblerino en la ciudad.

total, que cuando vine a vivir a Madrid, a este piso, me asomé a la ventana y vi que había un níspero debajo. y me pareció buena señal. es más joven y da menos frutos, nada que ver con aquel magnífico níspero enorme que había en el campo, justo en frente de mi casa, pero la vida me ha hecho desarrollar una superstición, y consiste en que siempre, siempre, siempre es bueno tener un níspero cerca. por si acaso. no lo sé, el caso es que a mis vecinos de en frente en el campo, los que talaron el níspero, no les ha ido muy bien que digamos. cortaron el níspero (no fue el único árbol que cortaron, malditos bastardos gilipollas urbanitas de mierda, pero sí fue el que más me dolió) y luego todo les fue mal. y es que hasta las noticias evidencian que siempre es bueno tener un níspero cerca, o debajo de casa. por si acaso. 




miércoles, 17 de abril de 2013

el regreso de los dragones


y tres noches después de Claudia, ha despertado Claudio
me pregunto si ella ha estado dándole besitos para despertarle

-vamos, Claudio, que ya hay bichos que comer...
-¿ya es primavera? ¿tan pronto?¡se me ha hecho corto el invierno! déjame cinco minutitos más...

ya están aquí, adelantados, por tercer año y, que me aspen, eso más de lo que he durado yo con cualquiera de mis novios hasta ahora.

ya están aquí, la noche del mismo día, del mismo, en que hemos encontrado una sucesora que los cuide,
la nueva habitante de esta casa de colores. de mi habitación.

ya están aquí: en algún lado en este blog escribí que no quería irme antes de que volvieran mis dragones y
ya están aquí los dos.

me mudo la semana que viene.

podría pensarse que las cosas, de alguna manera, están cuadrando.

podría.

la gata, tumbada en mis piernas, mira a la ventana y ronronea.


viernes, 15 de marzo de 2013

el ciclo de la vida II

los tres gatos jóvenes siguen creciendo. y siguen los tres. la gata madre ya volvió a parir. me vio venir a lo lejos. creo que me conoce por la forma de caminar. y viene diciendo miaumiaumiaumiau y en seguida he visto que en lugar de panza redonda tenía tripita colgante de recién parida -ay, gatuna, esta vez es demasiado pronto, ¿no ves que aún va a helar? no aciertas, gata- entonces sus hijos la oyen y vienen también y me rodean y me hacen chantaje psicológico mientras entro al portal y mientras subo las escaleras están ahí mirándome, y apoyan las patitas contra el cristal de la puerta. así que agarro un par de latas de comida y se las bajo. 

por primera vez en estos años, durante un momento, mientras comía, y sólo un segundo y con la yema de un dedo, he tocado la frente de la gata madre. y no se ha ido. 

al olorcillo de la comida ha aparecido el gato cojo. definitivamente su pata se ha soldado mal. la tiene torcida. se le va a quedar así. pero parece que cada día se adapta mejor a su nueva condición. y va sobreviviendo. 

como todos. sí. 


lunes, 18 de febrero de 2013

regalos de fin de invierno

el otro día me crucé con Nina y me dijo que ya tenía preparadas las pulseras. Nina es la abuela de Slavi, Nina es mi vecina de en frente, Nina es una anciana sabia, muy sabia. habla pausado un castellano perfecto con un precioso acento búlgaro. es el cuarto invierno que nos regala unas pulseras de la suerte que son una tradición de su país. hay que anudarla en la muñeca o en el llavero desde el 1 de marzo, y se pide un deseo. la llevas hasta que comienza la primavera y entonces la atas a un árbol con flores o frutos, mientras pides el deseo. es el primer año que me pica la curiosidad y busco el origen. y el resultado ha superado todas mis expectativas. se llaman martenitsa, y la historia es interesantérrima. significan literalmente 'Abuela Primavera' y son un ritual pagano muuuuy antiguo de bienvenida de la primavera y de celebración de la vuelta de la vida. 

rojo por el sol, que calienta cada vez con más intensidad. blanco por el hielo que se derrite. 
lo masculino lo femenino mezclados. oh. 

la mía y la de Horacio van con caramelos. y hay una para Ce y otra para Encarna, mis compañeras de aventuras aquí en la casita de colores. y todavía me dio una de más. que busca dueño ¿alguien la quiere? garantizo que funcionan. especialmente cuando mueves el culo por aquello que deseas. así resultan infalibles. y así me lo explicó Nina. es parte de la magia. es adorable, Nina. 


familia de martenitsas esperando a repartir suerte


y ayer, por fin, por fin, por fin, regalazo de precumpleaños, vi a Angélica Liddell en escena. Ping Pang Qiu. en carne y hueso la vi. la vi y parecía humana. parecía una humana bella, buena, verdadera. ella dijo

lo bello, lo bueno, lo verdadero
que a veces creo que es lo mismo a veces creo que es lo mismo

no puedo escribir sobre Angélica. esto no es escribir sobre Angélica. hay que verla, hay que leerla. la vi en carne y hueso, y parecía humana. al principio del todo, en silencio, de pie, quieta, en un lado del escenario. parecía humana. pero luego se mueve luego habla luego escribe y no lo es, es más. eran esas frases en ese escenario

HAY UN INTEGRISTA EN CADA IMBÉCIL

o algo como

ante el amor sólo cabe la disciplina o el castigo. alejarse mediante la disciplina, o acercarse y aceptar el castigo.

o

donde no se necesita la belleza se mata más

donde no se necesita la belleza se mata más

donde no se necesita la belleza se mata más

sábado, 16 de febrero de 2013

el ciclo de la vida

pues sí, creo que ya puedo decir oficialmente que los gatitos callejeros que alimento han superado el invierno. ya son tres gatos jóvenes. les podrá pasar cualquier cosa pero ya no se podrá considerar mortalidad infantil felina. han sobrevivido a las heladas y a los vientos fríos. el señor Carlos estaría muy contento. tengo que decir que alguien más les echa de comer. menos mal. son tres gatos de unos seis o siete meses que comen como velociraptores. 

el ciclo de la vida sigue y, su mamá, que hasta hace poco los cuidaba, ahora bufa y suelta la zarpa si se acercan demasiado. ya no comen del mismo plato. y ya vuelve a estar preñada. esta vez los tendrá muy pronto. claro que me acojona. llevo tres años alimentando a esa gata y jamás se ha dejado tocar. no hay quien la coja para esterilizarla. está condenada a repetir el ciclo año tras año: embarazo, parto, sacar a los gatitos adelante, embarazo, parto, sacar a los gatitos adelante. es como ser mujer en según qué lugares del mundo, pienso a veces, y ese pensamiento me subleva. la última vez tuvo cuatro, ya en agosto. contra todo pronóstico han sobrevivido tres, que es mucho. la vez anterior a esa, sólo sobrevivió una cría, una gatita que luego desapareció sin más. la vida es así. 

así que alimento a los tres gatos jóvenes (dos negros, con sólo media cola y uno gris y entero) a su mamá, que ahora come por dos y que pronto será cuatro o cinco, y a un gato que se ha apuntado recientemente. el pobre está cojo. tiene una herida fea en la pata pero no se deja tocar. creo que ha encontrado esto, el comedor social felino, por casualidad, y está de reposo mientras se cura o se muere. si permanece bien alimentado tiene más posibilidades de curarse. no puedo hacer mucho más. 

a veces llego al portal y están todos esperando y me dicen miau miau miau miau y yo les digo qué pasa, gatunos, ¿tenéis gusa? y dicen miau miau miau miau y les digo hay que ver, coméis como jodidas limas, podíais cazaros unas ratas o algo y dicen miau miau miau miau y me ponen ojitos y les lleno los platos de comida sabrosa. 

y claro, también alimento a mi gata, la que vive en casa. que es la más pesada de todos porque puede seguirme a todas partes y ponerme ojitos a todas horas. 

lo que se dice maullar, mi gata sólo maúlla por las noches.

-es cuando hay más cosas que contar- dice. 


domingo, 13 de enero de 2013

El Señor Carlos

Nos conocimos mientras echábamos de comer a la gata callejera. Antes de eso, sí, de vista, era el señor amable que vive en el bajo, pero precisamente porque vivía en el bajo no nos cruzábamos por la escalera. Así que viví más de tres años en el mismo edificio sin saber nada de él. Enviudó mientras yo ya vivía aquí, y yo no lo sabía, ni me acuerdo de haber visto a su mujer. Todo eso lo supe la primera vez que coincidimos junto al portal, y supimos quién era el otro que también echaba de comer a la gata callejera. Nos contamos muchas cosas ese día, mientras la gata comía. Todo empezó por los gatos. Los dos teníamos gata en casa, la suya muy viejita, no se sabe si es más vieja ella o yo, bromeaba. Me contó que se la trajo su nieta, de chiquitina, y su nieta se fue a vivir a Chile. Antes de eso había tenido otra, que la encontró él en la calle, y antes de eso, otra, que trajo su hijo también de la calle. Me fascinó que me contó la historia de su familia a través de los gatos que habían tenido. Casi como podría hacer yo. Me dijo te va a parecer de mala persona, pero cuando en invierno hace frío de verdad, en lo primero que pienso es en los pobres animales callejeros, los gatitos, pobrecitos, y me acuerdo de ellos antes que de las personas, porque no sé, creo que una persona puede valerse, puede refugiarse de más maneras, tiene herramientas, pero por los animales sufro, y me pareció tan entrañable. 

Después ya siempre parábamos a saludarnos. Me lo encontraba muchas veces cuando yo iba a trabajar y él venía 'de trabajar también' decía señalándose el costado, es decir, de diálisis. Le habían quitado un riñón y el otro no le funcionaba bien. Era extraordinariamente elegante. Siempre llevaba sombrero y era muy alto y delgado, de buen porte, muy buen conversador y con una voz siempre cargada de ternura. Al decir mi nombre, síempre, cargada de ternura, como un abuelo cariñoso, siempre. 

También ocurrió algo. Un domingo de agosto de hace ya dos años, bajé a echar de comer a la gata callejera y me di cuenta de que no había cogido las llaves. Las llaves ni nada: ni móvil, ni monedero, ni nada de nada de nada. Al primero que pedí ayuda fue al señor Carlos. Me hizo pasar, nos sentamos en su salón, lleno de libros. Me había contado que le gustaba mucho leer y que cuando su mujer estuvo enferma, él leía para ella. Era muy bueno el señor Carlos. Aquella situación, que conté en otro momento por otro motivo, y que está con detalle aquí,, para resumir, se resolvió porque otro vecino y su amigo cerrajero que pasaba por allí consiguieron abrir mi puerta con una radiografía del tórax del señor Carlos. Con una radiografía de su pecho abrieron mi puerta, sí. Y entonces le pedí que guardara una copia de las llaves de mi casa, por si alguna vez volvía a ocurrir. Y las guardaba desde entonces.

Una temporada dejé de verle y me preocupé mucho y me temí lo peor. Además como vivo de alquiler y soy jovencita, no importa cuántos años lleve aquí, siempre seré forastera para eso. A mí los vecinos no me cuentan quién está ingresado, o quién se ha muerto. Es así. Tardé un mes en saber que se había muerto mi propia casera. En fin. Me encargué de la gata callejera, porque sabía que estaba yo sola para alimentarla. Luego volví a ver luz en su casa y llamé. Me abrió la mujer que le cuidaría a partir de entonces, María, también muy simpática. El señor Carlos escuchó mi voz desde el salón y me hizo pasar. Estaba muy débil y muy delgado, tan diferente en pijama y bata del señor con sombrero que yo conocía. Verle tan frágil me encogió. Se estaba recuperando de un arrechucho. Sus hijos, que le cuidaban mucho y comían con él todos los días, insistieron en contratar a María. Allí estaba la gata viejita. 

Hice un bizcocho. Me salen muy bien. Huevos de gallinas felices, azúcar moreno, aceite virgen extra, todo productos revitalizantes. Lo hice con mucho cariño. Porque sí. Para que se recuperase. Les gustó mucho, a él y a María. En confidencia me contó que también lo habían probado sus hijos y que honestamente, me salía mejor que a su nuera, aunque claro, eso no se lo había dicho a ella, pobrecilla. También le di un tarro de miel. Miel de las colmenas de mi padre. Lo que yo considero néctar de ambrosía, tomaco, poción mágica, bálsamo de tigre, panacea universal. Lo que yo regalo con mis mejores deseos, con los mejores. Me dijo siempre la tomo cuando estoy resfriado y yo le dije no, no, hay que tomarla antes, y entonces uno no se resfría. En serio, tómela, tómela ya, esto le pone las defensas como toros. Porque yo no quería que le pasara nada malo al señor Carlos. 

En diciembre no le vi, y pensé que estaba pasando las Navidades con los hijos como siempre. Aunque pasaban los días y no había luz en su casa y me temí algo malo. Me crucé con una vecina de las de toda la vida, que me echó la bronca porque la gata y los gatitos gallejeros no tenían comida hacía días. Le pregunté por el señor Carlos y no sabía nada y bueno, pensé que si ella no sabía nada era buena señal. Así que la otra tarde, cuando Nina, la abuela de Slavi, entró en el salón y dijo ya sabrás lo del señor Carlos, qué pena, tuve que hacer un gran esfuerzo, porque era el cumpleaños de Slavi, para no llorar, porque no, no, no, no sabía lo del señor Carlos. No sabía lo del señor Carlos. 

Al día siguiente, en la cola del supermercado, una señora se me acercó y me dijo 

-¿Has visto a los pequeños?

No sabía de qué me hablaba y no la conocía. 

-¿Cómo?

-¡Los gatitos!

-Ah, los gatitos- la reconocí, una vez estaba echando de comer a los gatos y se paró a hablar conmigo. Es del portal de al lado. Ella da de comer a otros gatos, los del parque que hay al otro lado del edificio. Creo que sin saberlo, estamos organizados eficientemente, los locos de los gatos. 

-¡Hace días que no tienen comida! Y no les veo. Me da miedo que se hayan muerto. ¿Tú los has visto?

-Bueno, yo he estado fuera también, la Navidad...pero los vi, hace no mucho, y había tres, y vi a la madre, creo que están bien...-pero me sentí fatal. Los estábamos sacando adelante. El señor Carlos y yo.-...no se pueden haber muerto...aunque estaban muy canijos, es verdad. Y estas heladas...

Joder. Fue un día duro. Llegué al portal. Vi la casa sin luz del señor Carlos. Justo debajo de su ventana dábamos de comer a los gatos. Vi los platos vacíos. No vi a ningún gatito, ni a la madre. Y me eché a llorar.

Hoy. Hoy he vuelto, después de un par de días fuera. He bajado comida a los gatos. Y estaban. Han venido corriendo, los tres gatitos y la madre. Les he puesto un banquete. Ahora estoy yo sola para sacarlos adelante. Comían bajo la ventana del señor Carlos y yo los miraba. Entonces he visto luz en la casa. He imaginado que algún hijo estaba recogiendo cosas, como ha sido el caso. Se parecía a él, en el rostro. Le he contado quién era yo, la vecina del tercero que echaba de comer a los gatos callejeros con su padre. 

-Ah, Valeria. Sí, nos hablaba de ti. Siempre bien. Los bizcochos, la miel, sí. Sé quién eres. 
-Era muy bueno. Abrimos la puerta de mi casa con una radiografía suya. 
-Sí, sí, nos lo contó.
-Y por eso le di mis llaves.
-Ah, sí, tus llaves. Es verdad, espera, que las buscamos.

No hace falta. De verdad. Yo lo decía para que viera que teníamos confianza. Que nos teníamos cariño. Que era el primero en el que pensé cuando me quedé fuera de casa y jodida. 

-No las busque mucho, que da igual. Da lo mismo. No importa. Y...¿la gatita?
-La gata...estaba muy viejita. No podía ir a ningún lado así...no la podíamos tener...y...la he llevado a sacrificar...

Ay

Y hablamos un poco más y luego nos despedimos. No he tenido valor para pedirle que me regale un libro que le gustara a su padre, cualquier libro de la estantería, aunque lo que me hubiera encantado heredar es un sombrero, lo que ha llevado encima una cabeza tan buena como la del señor Carlos. Ser su sombrero debe ser un honor. Haberle conocido es de las cosas que te dan fe en las personas y te hacen ser mejor a ti. Es decir, él renovaba mi fe en las personas y en los locos de los gatos y en los espíritus sensibles y en la gente que se encariña con los desconocidos y en la gente que se lleva bien con gente de cualquier edad porque son gente sabia que contiene en sí misma todas las edades. 

Le voy a echar tanto de menos. Que prefiero y espero que no encuentren mis llaves, que no estaban donde todas las llaves ni tampoco donde las otras llaves ni tampoco en esos cajoncitos ni tampoco en la mesilla, no. Pienso que seguro que se las ha llevado. Por si un día me quedo fuera. O por si le apetece visitarme, tomar un café y un trozo de bizcocho, y que luego salgamos a dar de comer a nuestros gatos callejeros.







viernes, 11 de enero de 2013

contra los recortes (XXII) El efecto rebote

Slavi ha cumplido diez años. Eso quiere decir que tenía apenas tres añitos cuando yo vine a vivir aquí. Le he visto crecer. Es un niño aplicado, estudioso, inteligente, sensible, simpático, educado, cuidadoso. Lo que diga de él es poco. Es un niño muy maduro para su edad que quiere y se lleva muy bien con sus padres y ayuda en todo a Nina, su abuela. El año pasado le regalé "La historia interminable". Este año le he regalado una novela juvenil de Espido Freire, "La última batalla de Vincavec el bandido", y un libro alucinante de fotos de animales. "Espíritu animal", de Steve Bloom. Lleva textos muy bonitos y muy filosóficos acerca de los animales y el ser humano y la relación que existe entre ambos. Le encantó. Se puso a mirar todas las fotos, la verdad es que son preciosas. Y a Slavi le encantan los animales, como a mí. Y los libros, como a mí. Por supuesto, me invitaron a pasar, a sentarme, a tomar unos bombones. Por supuesto, me dieron rosquillas y más bombones para mis compañeras de piso. Son muy buena gente. Al poco, Slavi se puso a jugar a un videojuego que le habían regalado por su cumple, y su papá conversó conmigo. 

-...pues a ver qué tal, a ver qué tal este año...yo no sé, espero que esta vez empiece a mejorar ¿no? son muchos años ya, no sé...te digo la verdad: en Bulgaria, ya sabes que somos de allí, los políticos son...uffff, cómo te diría: son peor que aquí. Corruptos, corruptos, o lo siguiente a eso. Muy ladrones, mucho, y por eso también Bulgaria estaba como estaba y por eso nos vinimos aquí. Pero ¿España? La verdad, de España no me lo esperaba. Todo el mundo sabe que los políticos, en los trabajos muy buenos y todo eso, pues que la gente se queda un poquito de más, no sé, pasa en muchas cosas, pero un poquito, un poquito, no para arruinarlo todo. Todo, todo. ¿Qué hacemos? Nosotros tenemos trabajo, pero ¿y Slavi? ¿qué hará de mayor? ¿se habrá arreglado esto para entonces? ¿tendrá que irse él también? 

yo no sé si soy partidaria de que los niños escuchen estas cosas...entiendo que cuando los adultos viven con los niños acaban por no reparar en su presencia, tal vez creen que están a lo suyo, enfrascados en el videojuego, pero yo sé que Slavi estaba escuchando todo y me estaba dando un poco de angustia. me cae muy bien su papá, pero me da rabia que Slavi crezca oyendo esto...

-Alemania, tal vez...allí hay trabajo, los jóvenes tendrán que irse, porque ¿qué hacen aquí? estudian para nada, se esfuerzan y nadie se lo recompensa, quieren trabajar y no pueden...o Reino Unido, sí, pero seguramente mucha gente tendrá que irse...Alemania tiene el problema del idioma, claro, pero cuando yo vine aquí no sabía ni una palabra de español, nada. Y lo aprendes. Espabilas. A mí no me gustaría, ya vinimos aquí y ya fue duro. Yo no querría que mi hijo tuviera que irse, pero hay que ir donde hay trabajo. No lo sé. Ya no entiendo nada: rescatan a los bancos y condenan a las personas. Las personas van a la cárcel, pero los políticos y los banqueros no. En Bulgaria, bueno...pero no me lo esperaba de España. Lo peor es el ejemplo, el ejemplo que se da a los jóvenes ¿no? que van a pensar que lo normal es eso: robar y trampear.

y ya no puedo más. con una sonrisa, pero replico. 

-¿Tú crees? Yo creo que es al contrario. Bueno, cada vez estoy más convencida porque creo que esa es mi esperanza. Que los jóvenes digan: "No vamos a ser como esa panda de ladrones. Mirad lo que pasó porque tuvimos una generación de ladrones: esto no puede volver a pasar. Seremos honrados porque hemos visto sufrir a la gente. Porque desahuciaron a nuestros vecinos, a nuestros compañeros de colegio. Porque reventaron a porrazos a un compañero del instituto. Vamos a ser mejores que ellos" Y esa es mi esperanza. Creo que hay dos posiciones ante la vida: una es la de "como a mí me han hecho daño yo voy a hacerlo" y la de "como a mí me han hecho daño yo NO voy a hacerlo". Mi esperanza es que seamos muchos del segundo grupo. Y yo creo que sí, o bueno, o nos iremos a pique del todo. Pero creo que sí. Yo me niego a decirles a mis compañeras de piso, que están empezando la universidad, que no hay salida, que da igual lo que estudien, que no van a encontrar trabajo. No. Tiene que haber un efecto rebote, que los siguientes hagan las cosas mejor, porque han visto lo que ocurre cuando las cosas se hacen mal. No sé. Yo creo en el efecto rebote. ¿No crees que podría pasar?

-¡¡Siiiiiiiiii!!- Grita Slavi, que acaba de cargarse a un malo en el videojuego. 

eso es lo que digo, Slavi. sé que estabas escuchando. creo en ti y en la gente buena como tú y como tus papás y como tu abuela. así que dale caña: hasta que no quede ni uno. 


domingo, 22 de enero de 2012

el nuevo inquilino


a que es guapo. es Cobi el Cobayo, el nuevo inquilino. vive con Carmelo, el magnífico compañero de piso que encontramos cuando Alba se fue a conquistar el mundo.

sabe que lo suyo con la gata es un amor imposible que debería quedar en el plano de lo platónico pero a Cobi le gusta el riesgo. lo suyo al olerle los morros es tan kamikaze que la gata está empezando a adorarle. le da collejitas bajo supervisión, pero sin uñas. y despacito.

cuando está contento o su humano predilecto entra por la puerta o suena la bolsa de la comida, Cobi hace CUICUICUICUICUICUICUI cual pajarillo. y da unos impresionantes saltos en vertical. creo que es un cobayo masai. en eso me recuerda a Chano.

de lo que no me cabe duda es de que mi gata, pese a su fama de arisca, es muy tolerante y cosmopolita. ha vivido con perros y roedores. es una gata dispuesta a romper tabúes. pero con Cobi es fácil. se hace querer.

sólo faltan en esta fiesta zoológica ClaudioClaudia, y en este invierno que se cree primavera, no sería raro que asomaran cualquier noche a saludar.

y entonces ya seremos más animales que humanos viviendo en la casita. y el mundo será ligeramente un poco mejor.

jueves, 12 de enero de 2012

Un libro para Slavi- II

Le regalé La historia interminable. Le encantó. Que había visto la peli, y que tiene muchas ganas de leer el libro. Le gusta mucho que le haya regalado un libro de mayores. Me gustan los libros de mayores. Te va a encantar. Tiene tinta de colores y letras preciosas y algunas cosas impresas al revés. ¡Qué chulo es! mira papá, me lo voy a empezar a leer esta noche.

No me digas que no es genial Slavi. Así que te gusta leer, pues te daré de leer. Verás qué libros tan buenos.

jueves, 5 de enero de 2012

Un libro para Slavi

Es más difícil de lo que esperaba regalar un libro a un niño de nueve años. Pero Slavi lo merece. Sería sólo el niño simpático y bien educado que vive con su familia al otro lado del rellano, si no fuera porque es Slavi. 

Si no fuera porque siempre hacía caricias a Chano. Si no fuera por el dibujo de un pokémon que me regaló hace años, cuando era un mico. Dedicado y todo. Para Valeria. Si no fuera por la vez que me recitó de memoria, en el rellano del segundo piso, un poema muy bonito que le habían enseñado en el cole. Si no fuera por aquella vez en que subía las escaleras eufórico y al verme bajando exclamó ¡hoy he llegado primer en natación!. Si no fuera porque en un incidente doméstico -una puerta que se cerró demasiado rápido- se le destrozó una uña y parte del dedo y me enseñó muy orgulloso y nada quejica su herida de guerra. Si no fuera por la vez que -después de invitarme varias veces-estuve merendando en su casa -él había hecho zumo de naranja para todos y sus papás habían comprado una tarta porque yo iba esa tarde a merendar- y jugamos al escatérgoris; si no fuera porque sus padres trabajan todo el día y él siempre está con su abuela, que es una gran persona y muy sabia y el pilar de esa familia que cuida a Slavi, limpia la casa, hace la compra y vende cosméticos por catálogo además de regalarnos dulces búlgaros y pulseras de la buena suerte que hay que llevar hasta el comienzo de primavera y entonces atar a la rama de un árbol. Si no fuera porque su abuela y sus padres son búlgaros pero él no habla ni lee búlgaro. Si no fuera por ese detalle, Slavi tendría más libros que leer. Me cuesta imaginar que yo no hubiera tenido ahí para mí los libros de mis padres y de mis hermanos mayores. Pero él es hijo único de padres humildes y hablantes -leyentes- de una lengua que él no habla ni lee.

A Slavi, al contrario que a mucha gente por aquí, no le importa haber nacido el 7 de Enero, porque en Bulgaria pasan bastante de los reyes magos. Y me lo dijo la tarde que merendé en su casa, mi cumple es el 7 de enero, ¿vendrás? y me apunté su cumpleaños y había pensado regalarle un libro. 

A Slavi no le importa haber nacido en estas fechas, pero las tiendas están llenas hasta la bandera. Y los ratos en los que he podido buscar algo no lo he encontrado. La primera opción era un buen libro de animales, que le gustan mucho. Pero no encontré nada que mereciera ni la pena ni las colas eternas que había en todas partes.

Esta tarde al salir del curro he pasado por dos librerías pequeñas a probar suerte. Buscaba algo como La Historia Interminable o Sin noticias de Gurb o incluso La princesa prometida, libros que me fliparon de niña. Pippi Calzaslargas está descatalogado casi en su totalidad. Bueno, en la primera librería no tenían nada de eso. Libros de tapas estridentes para preadolescentes, malas o regulares versiones de clásicos y mal o regular editadas, libros de naturaleza desfasados o muy infantiles, y todo un poco chof.  La segunda es una modesta papelería en la que tienen los típicos libros infantiles y juveniles que mandan leer en el cole. Pero bueno, por probar. Ahora está claro que me toca madrugar el sábado e ir a una librería grande con las ideas claras y el espíritu estoico para esperar la cola que haga falta, porque Slavi lo merece y no he encontrado nada. 

Eso sí, son majísimas, en la papelería. Madre e hija. Negocio familiar en todos los sentidos. Todo queda en el barrio, así que al describir a Slavi han sabido perfectamente a qué niño me refería. Allí te cuentas las cosas mientras te enseñan otras, pero cuando he preguntado mis tres favoritos y no los tenían -los habían tenido hasta hacía no mucho, Sin noticias de Gurb hasta la semana pasada- ya sabía que iba a ser muy difícil dar con algo. Me han sacado muchos libros. 

-¿Y El alquimista?

-No, no, para nada. 

-¿Y eso? ¿No te gusta Coelho? ¡Si es muy bonito!

sí,recuerdo que una vez lo leí y luego cagué purpurina. estuvo bien.

-Sí, sí, bonito sí que es, pero...bueno, mejor otro. 

-Creo que teníamos por ahí Juan Salvador Gaviota, que también es así muy tierno...

ay

-Sí, lo conozco, pero no... 

-Mmmm a ver... ¿La guerra de los mundos?

-Me pareció un tremendo coñazo. Es de un rollito que en su época y tal seguramente sí acojonaba más. Creo que para Slavi no. ¿A los niños les siguen mandando leer La guerra de los mundos

-Sí, sí, aunque igual un poco más mayores...¿y éste del Niño del pijama de rayas?

campos de concentración y eso. quizá para otro momento. quiero que lea algo bueno y disfrute o se descojone, no que empiece a pensar que todo es una mierda. no hay necesidad. 

-O este de Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar. 

-Mmmmm no sé...

creo que ya no me fío de los títulos que llevan la palabra 'gaviota'

Total, que mañana está todo cerrado y el sábado madrugo porque tengo que encontrar un buen libro para Slavi. 

Ya te digo yo quién iba a madrugar, si no fuera porque es Slavi.

lunes, 5 de septiembre de 2011

domingo, 31 de julio de 2011

Seres Queridos VII - cachorrito de dragón

hace noches que echo en falta a claudio.

claudia acude puntual cada noche a mi ventana, pero claudio no.

me tiene un poco preocupada.

pero hace unos minutos he descubierto que la estirpe continua, y lo hace dentro de mi casa.

tengo el fruto del amor de claudio y claudia aquí mismo, en mi techo.

un Claudito, pequeño cachorro de dragón.

leí que las salamanquesas incuban dos huevos. no sé qué habrá sido de su hermanito.

pero él (o ella) está ahí creciendo. entre cuerpo y cola, no mide más de 5 cms y su cuerpo es muy delgadito.

su cola es muy muy fina.

y como todos los bebés, es cabezón.

cachorrito, cachorrito de dragón. que crezcas sano y fuerte y cuides de esta casita como tus papás.

yo te daré luz, en las noches de agosto te daré luz para que vengan los mosquitos y no te falte qué comer.

bienvenido!

miércoles, 27 de julio de 2011

Seres Queridos VI- El Olivo

Los olivos son sorprendentes en términos reproductivos. Casi nunca nacen del hueso de la oliva. Casi siempre brotan desde otro olivo anterior. Resulta extremadamente fácil su reproducción por esquejes, e incluso -y esto me parece la bomba- enterrando el extremo de una rama larga, sin cortarla, en el suelo, hasta que eche raíces y pueda ser cortada e independizada del olivo primario. De esa forma es posible llenar un terreno de olivos, partiendo de un olivo. Y son como clones, el mismo olivo. 

Así es el olivo: inmune a los trasplantes, capaz de resurgir de una ramita. El árbol de la inmortalidad. 

Mi hermano es jefe de obra. Dirige obras. Una vez iban a construir unas casas en un terreno con olivos, así que les buscó nuevos hogares y ubicaciones. Y trajo uno. 

Se dice pronto. Pero es que lo que se ve en la foto es la punta del iceberg de nuestro olivo. Lo trajo en un camión. Tuvo que esperar un mes fuera de la parcela, una masa gigantesca de madera compacta -eso es su raíz, quién sabe cuantos años o siglos ha tardado en crecer- y en lo alto, tres palitos. Parecían tres palitos, pero son esos tres troncos. La procesión va por dentro. El olivo crece al revés y por eso es inmortal. 

No tenía ni una hojita y no estábamos nada seguros de si iba a sobrevivir. Estuvo más de un mes a la intemperie, hasta que mi hermano pudo traer una grúa para meterlo. Y mi padre tuvo que cavar durante horas y horas para hacer un agujero en el que pudiera estar tranquilo y sin sobresaltos durante los próximos siglos. 

Y brotó. 




lunes, 4 de julio de 2011

Seres Queridos V- Las Flores

Antes de aprender que 'yo' era algo distinto de 'lo demás', yo formaba parte de las flores y las flores eran parte de mí.

-¿Por qué no te gusta que te regalen flores? ¿No te gustan?

-Al contrario. Me gustan tanto que odio verlas morir.

Los chicos importantes en mi vida saben lo mío con las flores. No me regales nada, no hace falta; pero sobre todo no me regales algo que sólo sirve para observar cómo se muere. 

Hablo en serio: ahorraos las flores en mi funeral, dice mi última voluntad. No las quiero. Quiero que sigan vivas y quiero servir de abono a las flores que se planten -y no que se corten- la noche en que yo muera.

Ellos lo saben.

Mi primer novio me regaló mi primer ramo de rosas -blancas- y la pena que me dio que se secaran. Hubo un segundo ramo de rosas todavía, pero no un tercero. En lugar de eso, encontró en una floristería una rosa blanca ya disecada, que parecía fresca y sin embargo estaba seca. Nunca se marchitaría. Nunca lo hizo, sigue igual. Pero si te paras a pensarlo, estaba seca ya, estaba seca de antes. Seca, no marchita. Será bonita siempre y estará así, incorruptible siempre, como el primer amor que me la regaló.

Mi segundo novio era pintor. advertido de mi opinión sobre las flores, nunca me regaló un ramo. El último cuadro que pintó en el tiempo que estuvimos juntos fueron dos rosas marchitas. Una de ellas era blanca.
El cuadro es hermoso. Pero me da pena mirarlo. Parece que les ha tocado estar marchitas para siempre.


Después de eso, Whiss encontró una manera. hace un año, estábamos sentados junto a un rosal enorme y precioso.

-Quiero regalarte una rosa. dime cuál te gusta más de todas.

-Mmm...a ver...ésa de ahí.

-Pues te la regalo. Esa rosa es tuya.

Y la miramos: blanca, enorme y fragante y toqué sus pétalos y luego nos fuimos y se quedó en su sitio, en su rosal. Y nunca se marchitó. Vive en mi cabeza y puedo regarla cuando quiera.

Intentar atrapar la belleza de la flor es matarla. Sólo el ser capaz de prescindir de ella te permite conservarla.

Dormido también lo sabe. Sabe que casi nada dura más que una amapola arrancada. Y mientras busca amapolas blancas entre el común de las rojas, va sembrando flores de plata que hace con el papel de los paquetes de tabaco. Nunca el envoltorio de algo tan dañino se habrá visto convertido en algo mejor y más bello. Sus flores de papel -siempre iris, nunca rosas- necesitan ser regadas con la tinta de sus versos, y nunca se marchitan.

Yo también encontré una manera. Era muy pequeña cuando descubrí que la cera que recubre los quesitos minibabybel es perfecta para hacer rosas. Quizá las únicas rosas rojas que me gustan.

Hago flores de cera

que hablan a gritos de mi tendencia a derretirme. Pero poca gente escucha a las flores. 

sábado, 11 de junio de 2011

Seres Queridos (IV) Claudio y Claudia

son tan cariñosos. y Claudio es tan buen cazador! no se le escapa una. 

y buscando información acerca de dónde suelen hacer las salamanquesas su nido (me tienen que cambiar el toldo y no quiero que me los espanten) he dado con esta interesante entrada en este blog en el que cuenta que hay que cuidarlas.
de ahí saco esta cita:

Al final, como Félix deja constancia en su Cuaderno de Campo (Anfibios), comenta: el leopardo y el halcón desaparecen por bellos; porque al hombre le apetece su piel o su presencia. Al pobre sapo y (salamanquesa) se les aniquila por feos.


ellos resistieron, dijo Faulkner en algún lado. 


miércoles, 8 de junio de 2011

stop

estoy de exámenes. stop. encontré un curro estable y compaginable con el segmento de la vida que toca ahora y mucho mejor en cuanto acabe exámenes. stop. los músicos siguen tocando en los vagones del metro. stop. la luna me hace señas. stop. mi melena crece rápido. stop. me hablaron del i-ching. stop. Claudio y Claudia son salamanquesas y en el mediterráneo las llaman drago. stop. tengo dos dragones custodiando mi ventana. stop. he visto cómo Claudio besaba a Claudia. stop stop y ya no más stop

jueves, 14 de abril de 2011

La Estirpe Gatuna (II) El Secreto de Salem


Siempre he tenido gatos. En la casa del campo. Eran medio silvestres, medio domésticos. No tenían permitido entrar en casa aunque yo les colaba a veces y siempre dije y cumplí, que cuando me fuera de casa tendría una gata viviendo conmigo. 

Pero hasta que eso ocurrió, sólo veía a 'mis' gatos los fines de semana y en verano. 
El enfoque funcionalista que mis padres sostenían sobre los minimos ('los gatos sirven para cazar ratones') les llevó a adoptar una perspectiva darwinista en cuanto a los cuidados: no esterilizar a las gatas, tampoco matar a los gatitos (gracias, papá) simplemente regalar los que se pueda, y dejar que los demás se organicen. Los más fuertes sobrevivirán y se quedarán por aquí, conseguirán defender un territorio. Los más débiles morirán el primer invierno, y si sobreviven terminarán buscando otra zona libre de conflicto donde establecerse.

De manera que cada año me tocaba hacer carteles y poner anuncios en el periódico para conseguir regalar a todos los gatitos. 

Tenía dos tácticas maestras: 

-Si la persona venía a ver a los gatitos para elegir uno, intentaba que se llevara dos. Funcionaba muy a menudo. '...así se harán compañía y jugarán entre sí, y no se dedicarán a arañarte la casa... mira qué lindos, qué pena da separarlos...' funcionaba, sí.  

-Si la persona no venía a elegir al gato, si me pedía que le llevara el gato a algún sitio, entonces le regalaba al enclenque de la camada.

El enclenque: el más pequeño, el que siempre cobra, el que tiene menos posibilidades de sobrevivir y menos posibilidades de conseguir un territorio. Si las condiciones son duras, en plena naturaleza, es el primero al que la madre tendría que dejar morir para intentar sacar adelante a los demás. El enclenque: el desfavorecido por nacimiento, el que nace estrellado.

Pero también: el más listo. El que observa mientras los demás hacen, porque todavía es débil para hacer. El que desarrolla tácticas defensivas y evasivas más que ofensivas. Los grandes huidores. Pequeños y rápidos. Astutos. Los que sobreviven, los que llegan a ser grandes, siempre son los más astutos. Los que de mayores tienen el carácter más marcado suelen ser el más fuerte de la camada y el enclenque. El enclenque sabe que es débil: por eso nunca baja la guardia. El enclenque sabe que le atacarán: por eso está preparado para defenderse y huir. Cuando he ayudado a salir adelante a algún gato enclenque, que no hemos logrado regalar y ha llegado a ser adulto, ha mantenido siempre un vínculo fuerte conmigo, más que sus hermanos. El enclenque recuerda la ayuda que ha recibido. 

Una vez, nació una camada a finales de verano, y nacer a final del verano supone pocas posibilidades de sobrevivir. Esas camadas lo tienen muy crudo. Eran negros, y sólo conseguimos regalar uno de los tres. Les llevé al enclenque, y le llamaron Salem. Se juntó que su mamá no era muy grande y él era el enclenque, así que siempre ha sido un gato un poco pequeño. Se fue a vivir con la familia de los amigos de una amiga, a un bonito chalet adosado en la ciudad. Salem vivió ahi durante años, pero un día desapareció. Le buscaron y le esperaron, pero nada, no le encontraron. Se escapó y no volvió. Pasaron los meses y no volvió. Pasó un año y no volvió. 

Hacía mucho tiempo que habían dado por perdido a Salem, cuando una mañana, la hija de la familia escuchó a un gato rascar en la ventana para entrar. Un gato igual que Salem, pero que no podía ser Salem.
Abrió la ventana, el gato entró como siempre había hecho Salem, porque era Salem. Desde la punta de la cola hasta el último bigote, pasando por un colmillo peculiar que siempre le asoma un poco, era Salem. 


Cuando fue llegando el resto de miembros de la familia confirmaron que en efecto, era su gato: el gato pequeñajo ése que se supone que -nadie lo quería decir, pero era lo más probable- había muerto atropellado un año largo atrás, porque ¿cómo va a sobrevivir un gato enclenque y casero en la ciudad...?

Bueno, el veterinario constató que Salem estaba gordo y bien cuidado -y más cariñoso, afirma el hijo de la familia de Salem- así que

-La explicación más lógica es que alguien lo encontrara y haya estado viviendo en una casa todo este tiempo....

y la necesaria prolongación de ese argumento: 

-...y que de allí se haya escapado y haya vuelto...

Salem ha estado de vacaciones. O secuestrado. O conociendo el mundo. Tal vez se hizo el gato más mafias de la ciudad y luego se cansó de la vida pendenciera. Pero no. Las almohadillas de las patas, la tripita y ciertos detalles delatan que vivió bajo techo en una casa en condiciones. La capacidad de sobrevivir de los enclenques que llegan a adultos es sorprendente. Pero que encontrara una casa no es tan improbable. Lo sorprendente es que volviera como si nada. Y que esté ahí hermético, guardando sus aventuras y su secreto, enclenque triunfador. 

domingo, 24 de octubre de 2010

Seres Queridos (III) La Estirpe Gatuna-I

Yo quería salvarla. Lo llevaba diciendo desde que era pequeña:

'Cuando me vaya de casa tendré una gata"

Siempre hemos tenido gatos y no. Mis padres tienen una casa en el campo. No es un pueblo, es una urbanización. Suena como muy pijo pero en este caso no lo es. Es el campo. Una urbanización cuya empresa constructora quebró antes de que yo naciera, dejando gran parte de las calles sin asfaltar y las farolas sin poner. La zona en la que mis padres tienen la casa permaneció así, sin asfalto ni aceras ni farolas, hasta que yo tuve más o menos quince años. En estado bastante salvaje. Íbamos allí cada fin de semana, cada Navidad, y también a pasar todo el verano y cualquier festivo.

Mis padres no son de tener animales de compañía. Si decidieron tener gatos fue porque había ratones. Para ellos eran unos bichos simpáticos pero más que nada funcionales. Nada de entrar en casa a llenarlo todo de pelos. Los gatos dormían en el garaje, les echábamos de comer cuando íbamos y si no íbamos en unos días, cazaban. Lo más normal al llegar allí era encontrar las vísceras o el esqueleto de un conejo en el felpudo de la puerta, cosa que ponía de los nervios a mi madre, pero que en realidad es un gesto muy bonito por parte del gato hacia su dueño.

Yo sí que insistí para dejarles entrar en casa. Durante años camparon por los sofás a sus anchas, incluso dormían en mi cama hasta que nos íbamos a dormir y era de obligación sacarles al garaje. Yo no quería. Me daba mucha pena. Siempre he tenido debilidad por los gatos, y ellos por mí.

Siempre dije que me llevaría uno conmigo. Porque el campo es duro. Tienen libertad, claro, y viven aventuras alucinantes que ni sospechamos. Guerrillas de territorio, broncas por las hembras, exploración de territorios hasta donde quieran llegar. No hay límite. Pero también enferman, y les atropellan en la puerta de casa, o les mata un perro, o pillan leucemia felina, o les envenenan los gilipollas que prefieren poner veneno para ratones antes que tener un gato. Nunca mueren de viejos. O desaparecen sin más, o te los encuentras hayan muerto como hayan muerto. Yo sufría mucho con eso, sigo sufriendo.

Así que cuando me vine a vivir a Madrid, me traje una gatita de la camada de ese año. Vi que tenía pinta más de gata de piso que de campo, que probablemete lo iba a pasar mal allí, porque era una época de superpoblación gatuna y era previsible que hubiera duras luchas territoriales ese año entre los que se quedaran por allí.
Efectivamente ese invierno hubo muchas bajas entre los gatos camperos.

A mí me hubiera gustado una casa con patio, o un bajo. Para que mi gata pudiera entrar y salir. O que no hubiera sido tan arisca la puñetera, que no pude acostumbrarla al arnés ni nada parecido, aunque lo intenté. Yo quería bajarla al parque que hay bajo mi casa, pero no hay manera. Alguna vez la he llevado al campo y le encanta, pero muy pocas veces, porque lo del transportín le cuesta mucho también.
Así que es más salvaje de lo que yo pensaba, es cierto. No hay quien pueda con ella.

En fin, sé lo bueno y lo malo.

Lo bueno es que los gatos se adaptan a todo. Le encanta el calorcito, el radiador, dormir en mi cama, tener su arena limpia, comer a las 2 y a las 9, a veces un poquitín de leche para desayunar. Le encanta dormir encima de mí, hacerse una rosquita. Le gusta estar limpia y escuchar música. Correr como una loca saltando entre los sillones. He visto su mirada extasiada de placer mientras suena Yann Tiersen. Le encanta mirarse al espejo.

Lo malo es que no puedo tener otro gato. Y casi nunca tiene contacto con seres iguales a ella, y esto le molesta a ella y a mí también. Que no puede salir a la calle porque vivimos en un tercero. A veces se escapa al rellano, y sube al cuarto. Porque cree que la salida está hacia arriba, no hacia abajo. Lógico. Y me da pena. Que no ha podido tener gatitos, aunque a las dos nos encantaría. Que se despierta, recorre la casa y ya está, ya lo conoce todo. Se aburre. Y me pide jugar, jugar, jugar, correr por la casa, esconderse para que la busque. Es normal. Y a mí a veces no me apetece, y me da rabia. Este año intentaré llevarla más al campo. A ver si consigue acostumbrarse por fin al transportín.

Tiene cuatro años. No quiero tenerla en una burbuja, no es justo. No tengo medios ahora mismo para que pueda ser más feliz de lo que es. Y me jode. Esto cambiará, cueste lo que cueste tendré que darle más libertad. Aún con el riesgo que conlleva: llevarla al campo y que le dé por salir corriendo, sería una cosa chunga. Es una gata bastante imprevisible y creo que siempre será un poco puñetera para eso. No hace ni puto caso. Pero quiero que algún día corra todo lo que le de la gana, y que no sea en círculos, de un sofá a otro, de un sofá a otro, joder.

Hoy voy a ordenar la habitación, gatuna. Lo voy a poner todo patas arriba. Eso te encanta, te pones como loca. Y el mes que viene, te llevaré un fin de semana al campo. Sé que necesitas unas vacaciones.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Seres Queridos (II) El Perro Chano



*(Éste es el auténtico perro Chano. La foto es de Javier Torres. El destrozo en el reposabrazos del sofá es cosa Chanante)

Durante el tiempo que viví con Marcelo, hubo algo en lo que siempre estuvimos de acuerdo, y fue en la educación del perro.

Nada de enseñarle a dar la patita. Ni hablar.

Que muestre él lo que sabe hacer.

Y así fue como descubrimos sus talentos más ocultos, por ejemplo el Salto del Masai; aunque tenía otros, como el Salto de la Pescadilla, o el Perro Culón.

Bueno, Marcelo sí le enseñó algunas cosas básicas y útiles. Cosas que no todos los dueños enseñan a sus perros.
A veces no está mal eso de llevar a los perros con correa, es cierto; pero no siempre. El perro tiene que correr y tiene que jugar y tiene que olisquear los rincones y además de eso, tiene que saber sobrevivir al menos durante un rato si un día se pierde y no morir atropellado a la primera, porque aunque sabe dar una patita (y la otra patita, sentarse y hacerse el muerto) no le han enseñado a cruzar la calle cuando no vienen coches.

Marcelo le enseñó a mirar antes de cruzar. A cruzar sólo cuando no venían coches, preferiblemente por los pasos de peatones. Y en ésos que son de doble tramo, el Chano sabía que tenía que parar en medio y volver a mirar antes de seguir cruzando, y lo hacía. Comprendía las órdenes razonables perfectamente.

Cuando algún dueño de otro perro, alguna vez en el parque le decía algo como

-A ver Chano, ¿me das la patita?

Chano le miraba flipando y luego nos miraba a nosotros sin comprender

¿¿Dice este tío que le dé...qué??

-No, es que no le hemos enseñado a dar la pata.

-Ah...

-Él hace otras cosas. ¿Verdad, Chano? Di, perro, ¿qué sabes hacer tú? ¡Di! ¿Qué sabes hacer?

Decía yo, abriendo mis brazos en cruz y provocándole para saltar. Y entonces el Chano daba sus increíbles Saltos de Masai, saltando muy recto y cayendo exactamente en el mismo sitio. Espectacular. Y si yo elevaba mis brazos hacia arriba -¡Vamos Chano! ¿qué más? ¿sabes hacer algo más, perro Chano?- entonces hacía sus Saltos de Pescadilla, todo lo alto que podía que era mucho, y doblando el espinazo en el aire hasta tocar con el hocico en el culo.

Cuando estaba mimoso o juguetón, se subía en el sofá y se ponía a mi lado con mirada de cordero y el culo en pompa. Me rozaba con el hocico para atraer mi atención. Si no le hacía caso, me daba con la patita. Así que a fin de cuentas sabía dar la pata si le daba la gana. La primera vez que se puso así, con el culo en pompa, me hizo mucha gracia y le di unas palmaditas en ese culo sobresaliente.

-¿Qué haces, perro culón?

Se puso muy contento y elevó el culo más. Seguí con el juego diciéndole eres un culón, menudo culo de perro que tienes, Chano Chano Chano culón! y le entusiasmó. Desde entonces venía muchas veces para hacer El Culón. Se ponía tan contento que elevaba el culo al máximo y doblando la cabeza, daba volteretas. El Movimiento del Perro Culón. Sus talentos naturales.

Le educamos muy bien. Tanto que sabía cuándo una regañina no era del todo justa. Por poner un ejemplo, quizá había roto alguna cosa mientras no estábamos en casa, y le regañábamos. Alguna vez nos dimos cuenta de que habíamos sido injustos después, (le habíamos dejado solo mucho rato: por eso había roto lo que fuera) al ver su meada-protesta en el salón.


******* 7/12/2017: Descansa en paz, mi perro Chano... Feliciano Ndomo: Ahora podrás hacer para siempre tus saltos de Masai, de pescadilla; te rebozarás en la hierba recién cortada, le harás el culón a las estrellas. Se te ha querido y se te quiere tanto...