Sé que es una frase hecha muy socorrida,
mala perra
viernes, 24 de marzo de 2023
casi me peta el cerebro
Sé que es una frase hecha muy socorrida,
martes, 21 de marzo de 2023
Viví muchos años en un barrio medio chungo,
Pues no han triunfado, les dijimos. Y pensé: vaya, es hasta bonito. La diferente escala de valor. Todo lo que hay aquí que tiene valor para mí tiene cero interés para un ladrón.
El dicho de toda la vida: que sólo el necio confunde valor y precio.
Una movida que me parece fundamental
me da la sensación de que a menudo se confunde felicidad con comodidad y comodidad con chalet con piscina y es una señora confusión.
lunes, 20 de marzo de 2023
La ventaja de avanzar en espiral
es que se vuelve a pasar por el mismo punto pero a distancia, con cierta perspectiva. Si la concha del caracol es efectivamente una metáfora de la vida y tú no eres un cerrojo con patas, al final aprendes algo.
Hace 13 años que empecé a escribir en este blog y durante mucho tiempo fue mi refugio, mi canal, mi manera de dialogar conmigo misma y con el mundo. Tenía 26 años y estaba hecha trizas en muchos aspectos. Si me hubieran dicho que a los 39 iba a ser más joven, más fuerte, más ágil, más flexible y mucho más feliz no me lo hubiera creído. Si me hubieran dicho "nunca publicarás nada y te la sudará" tampoco.
Leo cosas de hace mucho y pienso que están de puta madre, porque el 80% del tiempo estaba leyendo y escribiendo y aunque "mucho trabajo no sustituye a la falta de talento" el rodaje es un grado. Ahora ya no sé escribir, esto no es montar en bicicleta y aunque lo fuera, en bicicleta yo me di la ostia de mi vida y eso que sabía montar.
El tema es que me la pela. Estoy aquí, puede que sólo por hoy, en esta noche en la que una serie de concatenaciones me han dado ganas de escribir aquí, que para eso es mi casa. Yo excavé estos cimientos, la decoré, la habité y la abandoné. Pero siempre he guardado las llaves.
Ya no soy Valeria Chaos y siempre echaré de menos esa época de internet anónima, cada cual detrás de un nick como una gran fiesta de máscaras. No me seduce mucho el supuesto hiperrealismo de instagram y el ser famoso por crear "contenido". Hubo un momento de mi vida en que quería crear literatura. Letra que dura. Luego aprendí a volar y abracé la dulce mediocridad que permite a un ser humano no volverse loco. Soy sólo Helena, y la H ni siquiera es oficial. Pero como es muda no le molesta a nadie.
jueves, 6 de octubre de 2022
27 de septiembre (con retraso) - Undécima edición
Dan las 00:00 y estoy con Horacio en el salón viendo Expediente Warren. De vez en cuando nos gusta una peli de miedo y ésta da un miedo que te cagas. Mi debilidad es todo aquello que diga "basado en hechos reales". Me pueden anunciar "La increíble historia de la señora que bajó a comprar yogures y no se encontró con ninguna vecina" y yo: "joder que fuerte, tengo que verla" Así soy. Pero Expediente Warren es buena, te deja acojonada para días (y noches).
![]() |
![]() |
Mi coco por dentro y Neuri, abajo a la derecha |
martes, 28 de septiembre de 2021
27 de septiembre - Especial Décima Edición - La Nueva Anormalidad
Y van diez años, que se dice pronto. Todo porque en 1935, el escritor ruso Máximo Gorki propuso que toda persona presente o futura narrase un día de su vida: en concreto el 27 de septiembre. Es "El día que hay que escribir"
Y cuando dan las 00:00, estoy con Hor viendo "El juego del calamar" en el salón del chalet donde nos hemos mudado este verano, en Rivas. Lo del chalet fue una oportunidad que había que coger al vuelo y estaba decidido desde enero.
Antes de eso, en diciembre, mi amigo Darek me invitó a ir a un tarotista vecino suyo. Fue la primera vez que me leían el tarot y salieron un montón de cosas, algunas de ellas complicadas y otras sin sentido, que fueron teniendo mucho sentido con los meses y se han ido cumpliendo poco a poco para mi sorpresa y a veces resignación.
Nos vamos a dormir a la buhardilla, que es un poco mi territorio en esta casa y que iba a ser también el de Tití. El año pasado, al final en noviembre volví a mi casita después de meses confinada en casa de Hor. Volví con Tití a mi barrio, al bullicio, al centro, a mi vida. Fueron unos meses bonitos, de nuevo en la madriguera diminuta ella y yo. Ahí pasamos Filomena y lo que no sabía que serían los últimos meses de Tití conmigo. Es lo más jodido de este año y lo más triste desde que escribo El día que hay que escribir: no hay ronroneos de Tití este año. Dejó de comer el 1 de agosto y murió el 7. Esos días tenía que haber estado haciendo maletas para la mudanza pero todo quedó en paréntesis por estar con ella día y noche y no perturbarla. No dejó de ronronear ni de salir a pasear por la corrala hasta el último día, hasta sin fuerzas.
Es complicado que los humanos aprendamos de la brutal dignidad de los gatos para morir, para no apegarse a una vida que dan por terminada. Yo le daba las gracias por haber sido mi gata y la lamía con mis lágrimas. La mañana que murió le susurré "avisa cuando llegues, para saber que has llegado bien" y esa misma tarde me dormí (no habíamos pegado ojo en toda la noche, ni ella ni yo) y la soñé dormida, súper a gusto, y como si la viera a través de un cristal de colores, que se reflejaban en su lomo blanco.
Y fue más que un sueño y supe que había llegado bien.
La enterré junto a un madroño, en la tierra donde nació. La enterré con sus juguetes favoritos para que persiga avellanas en la otra vida. Y la he echado de menos constantemente, a todas horas, como si una parte de mi cerebro realmente fuera ella y estuviera configurado para buscar su mirada y su ronroneo, estar pendiente de su bienestar. Como si me faltara mi hermana gemela. Sólo me alivió un poco su ausencia tatuármela en el brazo. Para poder verla a todas horas.
Yo no odié a 2020. Me cae mucho peor 2021, la verdad. Con un montón de expectativas rotas en pedazos, con broncas en la escuela, desengaños, pérdidas. Con el hecho de dejar atrás la que ha sido mi vida tantos años, mi casa diminuta donde fui tan feliz.
Me gusta esta casa nueva, tan grande, con tanta luz, con su jardín y su piscina y sus infinitas posibilidades. Yo no he firmado la hipoteca pero el precio para mí también ha sido alto. Me ha costado y aún me cuesta, aunque haya sido mi decisión, empezar esta nueva etapa en una ciudad pequeña, donde conozco a muy poca gente, volver a conducir después de tantos años, renunciar al bullicio, a las miles de fruterías, a las tiendas de alimentos del mundo, al metro a 2 min de casa, a Madrid centro. Han sido tantos años que esa ciudad era parte de mi identidad. Y aún no sé bien quién soy a partir de ahora, en esta nueva vida.
Sí hubo vacunas, aunque no milagrosas. Sí volvimos a abrazarnos, yo nunca había dejado de hacerlo. Se acabó el toque de queda, el confinamiento perimetral, las cuarentenas. No se acabó la mascarilla, ni la desconfianza como nueva anormalidad. Ni las pesadillas. Ni la amenaza sutil y permanente de que todo se puede ir a la mierda de un momento a otro.
Desayuno. Hace meses que no fumo. Hor estudia, tiene examen el jueves. Así que hago yo la comida, macarrones con tomate y heura. Comemos, me acerca a la escuela porque vamos con prisa y si vamos con prisa prefiero que conduzca él. La otra socia de la escuela nos ha citado a Encarna y a mí para hablar un rato de cosas de la escuela. Pronto será halloween. Cuanto terminamos, contesto un montón de whatsapps de alumnas y gente que quiere apuntarse. La escuela está a reventar y es el primer año que no tengo una gran ilusión por ello. Curro un rato en recepción, después me toca dar dos clases.
Eso lo sigo disfrutando, aunque tengo que reconocer que cada vez me pesa más el cuerpo y la mente.
Estoy montando un taller de cosas de vidrio aquí en la casa nueva y pretendo darle duro a ello este año.
La semana que viene empiezo un curso de joyería y otro de restauración de muebles. Me hace ilusión crear cosas con las manos.
No alcanzo a imaginar mi vida el año que viene por estas fechas. Igual que no imaginaba cómo sería mi vida este año por estas fechas. Creo que en diciembre iré de nuevo a que me lean el tarot. Sólo para estar medianamente prevenida.
Termino las clases, Hor me recoge y yo conduzco hasta casa. Cenamos tortilla que me dio mi madre el fin de semana. Vemos First Dates. Le pido que me haga trenzas. Y dan las 00:00.
lunes, 28 de septiembre de 2020
27 de septiembre - el día que hay que escribir (novena edición) ESPECIAL PANDEMIA
También sé que hay una nueva división de clases: por un lado está la gente que lleva mascarillas quirúrgicas, que hace parecer el mundo un gran quirófano y a todos unos enfermos, y me da bajón existencial (ya me voy acostumbrando a verlas, pero las odio.) Y estamos las personas que llevamos mascarillas de colores o negras,o lo que sea, pero que me hacen sentir más como un ser humano con dignidad, como una Pussy Riot con un cóctel molotov en el bolso. Y cuando me siento así no está tan mal la Pandemia. Y en mi alma de yonki de belleza, lo de la mascarilla no-quirúrgica es un acto de resistencia estética quizá decisivo como especie.
(Y seguir amando como acto de resistencia. Y resistir como acto de amor. Estamos en un punto en el que un abrazo es un acto de irresponsabilidad sanitaria. Yo estoy del lado de lxs que arriesgan su vida en un abrazo. Prefiero un abrazo y morir con la certeza de seguir siendo humana. Prefiero ir a una boda de alguien que me importa que no ir. Y a un funeral. Esos actos que se suponía que definen la esencia humana. Yo qué sé. Esto de la pandemia me hace pensar mucho en lo esencial del ser humano. Y mi conclusión es que prefiero morir sabiendo que he vivido.)
¿Desde cuándo no engrasa usted las bisagras de las compuertas que dan acceso a su único e irrepetible Mundo Interior? ¿Se ha mirado por dentro últimamente? ¿Le gusta lo que ha visto? ¿Tiene los minerales adecuados para alinear sus chakras durante el próximo confinamiento? ¿Será el creciente negocio de las fotos de pies algo a tener en cuenta para el futuro de la humanidad autónoma? Sin duda lo mejor y lo más extravagante está por venir. Encuentre todas las respuestas en la próxima edición 2021: ¡Especial diez años de 27 de septiembres!

viernes, 27 de septiembre de 2019
27 de septiembre - el día que hay que escribir (octava edición)
Y cuando dan las 00.00 estoy en casa, con Tití como una cachorra con ganas de jugar (perseguir avellanas es nuestro nuevo juego favorito) y siempre rezo al dios de los gatos que me permita tenerla conmigo muchas ediciones más.
Hor me escribe, hoy no nos vemos pero nos mensajeamos, y van más de ocho años juntos ya.
En lo que ya es mi propia tradición, releo mis anteriores ediciones del 27 de septiembre y respecto al anterior:
No, no seguí meditando de manera habitual, aunque me ayudó mucho el año pasado y de vez en cuando lo hago y de vez en cuando me propongo establecerlo como un hábito.
Dejé el Krav Maga en enero de este año, cuando decidí presentarme a la competición IPSF de Pole Artistic, para centrarme en entrenar y reducir los riesgos de lesionarme. En los regionales me fue muy mal, fatal. Y tras mucha incertidumbre al final fui a la competición nacional en julio y me fue mucho mejor. Ha sido uno de los momentos más bonitos de este año. Oviedo me trató genial. La verdad es que desde el primer momento sentí que todo iba a ir bien, y creo que por primera vez Hor estaba más nervioso que yo. Y la actuación salió bien (con eso yo ya tenía suficiente) y además contra todo pronóstico hice podio: fui bronce con 57,6 puntos lo cual superó mis expectativas y me hizo llorar de emoción como una idiota feliz.
Dejé de fumar dos meses antes de eso. He tenido alguna recaída pero en general lo he llevado mejor de lo que pensaba. Los vapeadores me han ayudado mucho. Ahora vapeo, y me encanta, y si acaso me echo algún piti cuando me invita alguna amiga fumadora, y así pienso seguir. Me ahorro una pasta, no toso, y mi casa y yo olemos bien, entre otros muchos beneficios. Lo único malo fueron las pesadillas que he tenido durante meses, pero ya van remitiendo.
Este año el 27 de septiembre cae en viernes y este año los viernes libro, no me toca ir a la escuela, pero ahí seguimos, on fire y casi con lista de espera en las clases. Una pasada. Cuatro años después, seguimos dándolo todo por enseñar a la gente a volar, y es muy bonito.
Así que me levanto a las 10 como una señora, me tomo un café y vapeo, reviso y respondo mails de la escuela y me doy una ducha. Y en vista del calorcito y sol que hace, me pongo un vestido gris camisetero y unas zapas de leopardo y me voy a la búsqueda de unos zapatos para la boda que tengo la semana que viene. Mis pies son tan feos que me cuesta encontrar unos zapatos que los disimulen pero bueno, al final encuentro unos que me convencen y por el camino unos pendientes de lunas preciosos, y vuelvo a casa ya a la hora de comer.
Me preparo una ensalada de salmón ahumado, alcachofas, pimiento, tomate, cebolla y huevos cocidos que me encanta, y escribo a mi peluquera a ver si tiene hueco esta tarde. Pero no, está de vacaciones y me dice que me apañe yo y que no le ponga los cuernos, y es verdad que ya la tengo enseñada y no me apetece ir a otra, así que me armo de paciencia para hacerme yo misma la decoloración de mis raíces con muuuchas canas, y luego me pongo el tinte. Mientras lo dejo actuar pongo la lavadora, paso el aspirador, limpio rincones, hago la cama, cambio la arena de Tití, friego platos, y apaño la casa en general. En estos momentos es cuando me alegro mucho de no tener una casa más grande.
También me arreglo las uñas y me las pinto de verdeazulado y de vez en cuando noto pequeñas molestias en la tripa porque está a punto de venirme la regla. Y digo pequeñas, porque desde que dejé de fumar, para mi gran sorpresa, no he tenido que tomar ni un sólo calmante. Los primeros meses me pareció una casualidad extraña, pero luego tuve que asumir que no era casualidad. No sé qué relación hay, está claro para mí que la había y es una gran motivación para no volver. Porque yo antes me moría del puto dolor, y ahora lo más que tengo es una pequeña molestia, que no es suficiente para plantearme tomar nada. Alucinante. Puede que sea lo más radical de haber dejado de fumar, y si lo llego a saber...lo hubiera dejado hace jodidos lustros.
Son las 20:11 y está empezando a anochecer, los días son ya más cortos y el otoño se nos echa encima una vez más. O una menos. No me espero a que acabe el día para escribirlo, porque me reservo estas horas que quedan para mí: aún llevo puesto el tinte y pienso darme una ducha deluxe en cuanto acabe de escribir esta entrada. Después me secaré el pelo, llamaré a mi madre, daré de cenar a Tití (que ahora mismo está dormidísima y roncando en la cama de su nuevo súper rascador que le compré hace poco) y quizá pida sushi para mí, porque tengo gran antojo y acabo de cobrar y me lo ahorro en fumar y es un lujo que me encanta permitirme.
Hablando de lujos, la semana que viene comienzo un curso de Tiffany, para hacer cosas preciosas con cristal tintado, estaño y estas manitas. Viene después de haber pasado este año haciendo manualidades en una tienda-escuela de mi barrio que me ha encantado. Me especialicé en muñecas de papel, pero siempre tuve ganas de aprender a hacer Tiffany y el momento está por llegar. Otra cosa que pasó este año y que ya empezaba bullir el anterior 27 de septiembre es que hice un Kondo en casa y en mi alma. Me desprendí de un montón de ropa, objetos e incluso personas que no me aportaban nada y sólo me causaban ruido y carga mental. Y me quedé más a gusto que dios.
Quizá vea First Dates, quizá me vicie con la última temporada de Glow, quizá, quizá, quizá. Me estoy tomando una cerveza doble lúpulo que es la última que me queda. Con algún vicio tenía que compensar el no fumar...
Y así, un día tranquilo, casero y feliz, transcurre este 27 de septiembre.
Porque un buen día lo tiene cualquiera.
![]() |
bird of fucking paradise |
![]() |
![]() |
...un buen día lo tiene cualquiera |