martes, 21 de marzo de 2023

Viví muchos años en un barrio medio chungo,

 no muy chungo pero lo suficiente para que en el vecindario hubiera camellos, trapricheos, algún atraco en el portal y un chaval muerto de un disparo. Y nunca me entraron a robar en casa. Yo decía: claro, roban en los barrios buenos. No van a ser tan gilipollas.

Llevo un año y medio viviendo en un barrio bueno y hace poco entraron a robar en casa. Es lo que tiene. Vi la puerta abierta al llegar y sólo pensé en que no se hubieran escapado los gatos. Cuando encontré a los tres dentro de casa di gracias al universo y acto seguido me subió el escalofrío de que los ladrones pudieran seguir dentro de casa, preparados para hacerme un placaje. Por suerte no fue así. No rompieron nada, apenas desordenaron cosas, no fue la típica escena de una casa puesta patas arriba. La policía nos dijo que sólo buscaban efectivo y oro. 

Pues no han triunfado, les dijimos. Y pensé: vaya, es hasta bonito. La diferente escala de valor. Todo lo que hay aquí que tiene valor para mí tiene cero interés para un ladrón. 

El dicho de toda la vida: que sólo el necio confunde valor y precio.