Siempre he tenido gatos. En la casa del campo. Eran medio silvestres, medio domésticos. No tenían permitido entrar en casa aunque yo les colaba a veces y siempre dije y cumplí, que cuando me fuera de casa tendría una gata viviendo conmigo.
Pero hasta que eso ocurrió, sólo veía a 'mis' gatos los fines de semana y en verano.
El enfoque funcionalista que mis padres sostenían sobre los minimos ('los gatos sirven para cazar ratones') les llevó a adoptar una perspectiva darwinista en cuanto a los cuidados: no esterilizar a las gatas, tampoco matar a los gatitos (gracias, papá) simplemente regalar los que se pueda, y dejar que los demás se organicen. Los más fuertes sobrevivirán y se quedarán por aquí, conseguirán defender un territorio. Los más débiles morirán el primer invierno, y si sobreviven terminarán buscando otra zona libre de conflicto donde establecerse.
De manera que cada año me tocaba hacer carteles y poner anuncios en el periódico para conseguir regalar a todos los gatitos.
Tenía dos tácticas maestras:
-Si la persona venía a ver a los gatitos para elegir uno, intentaba que se llevara dos. Funcionaba muy a menudo. '...así se harán compañía y jugarán entre sí, y no se dedicarán a arañarte la casa... mira qué lindos, qué pena da separarlos...' funcionaba, sí.
-Si la persona no venía a elegir al gato, si me pedía que le llevara el gato a algún sitio, entonces le regalaba al enclenque de la camada.
El enclenque: el más pequeño, el que siempre cobra, el que tiene menos posibilidades de sobrevivir y menos posibilidades de conseguir un territorio. Si las condiciones son duras, en plena naturaleza, es el primero al que la madre tendría que dejar morir para intentar sacar adelante a los demás. El enclenque: el desfavorecido por nacimiento, el que nace estrellado.
Pero también: el más listo. El que observa mientras los demás hacen, porque todavía es débil para hacer. El que desarrolla tácticas defensivas y evasivas más que ofensivas. Los grandes huidores. Pequeños y rápidos. Astutos. Los que sobreviven, los que llegan a ser grandes, siempre son los más astutos. Los que de mayores tienen el carácter más marcado suelen ser el más fuerte de la camada y el enclenque. El enclenque sabe que es débil: por eso nunca baja la guardia. El enclenque sabe que le atacarán: por eso está preparado para defenderse y huir. Cuando he ayudado a salir adelante a algún gato enclenque, que no hemos logrado regalar y ha llegado a ser adulto, ha mantenido siempre un vínculo fuerte conmigo, más que sus hermanos. El enclenque recuerda la ayuda que ha recibido.
Una vez, nació una camada a finales de verano, y nacer a final del verano supone pocas posibilidades de sobrevivir. Esas camadas lo tienen muy crudo. Eran negros, y sólo conseguimos regalar uno de los tres. Les llevé al enclenque, y le llamaron Salem. Se juntó que su mamá no era muy grande y él era el enclenque, así que siempre ha sido un gato un poco pequeño. Se fue a vivir con la familia de los amigos de una amiga, a un bonito chalet adosado en la ciudad. Salem vivió ahi durante años, pero un día desapareció. Le buscaron y le esperaron, pero nada, no le encontraron. Se escapó y no volvió. Pasaron los meses y no volvió. Pasó un año y no volvió.
Hacía mucho tiempo que habían dado por perdido a Salem, cuando una mañana, la hija de la familia escuchó a un gato rascar en la ventana para entrar. Un gato igual que Salem, pero que no podía ser Salem.
Abrió la ventana, el gato entró como siempre había hecho Salem, porque era Salem. Desde la punta de la cola hasta el último bigote, pasando por un colmillo peculiar que siempre le asoma un poco, era Salem.
Cuando fue llegando el resto de miembros de la familia confirmaron que en efecto, era su gato: el gato pequeñajo ése que se supone que -nadie lo quería decir, pero era lo más probable- había muerto atropellado un año largo atrás, porque ¿cómo va a sobrevivir un gato enclenque y casero en la ciudad...?
Bueno, el veterinario constató que Salem estaba gordo y bien cuidado -y más cariñoso, afirma el hijo de la familia de Salem- así que
-La explicación más lógica es que alguien lo encontrara y haya estado viviendo en una casa todo este tiempo....
y la necesaria prolongación de ese argumento:
-...y que de allí se haya escapado y haya vuelto...
Salem ha estado de vacaciones. O secuestrado. O conociendo el mundo. Tal vez se hizo el gato más mafias de la ciudad y luego se cansó de la vida pendenciera. Pero no. Las almohadillas de las patas, la tripita y ciertos detalles delatan que vivió bajo techo en una casa en condiciones. La capacidad de sobrevivir de los enclenques que llegan a adultos es sorprendente. Pero que encontrara una casa no es tan improbable. Lo sorprendente es que volviera como si nada. Y que esté ahí hermético, guardando sus aventuras y su secreto, enclenque triunfador.