sábado, 2 de abril de 2011

tempus fugit, amor manet*

se me olvida. creo que sólo me acuerdo fugazmente de año en año. de pronto caigo y pienso 'joder, si era verdad. existe. si yo lo vi. con estos ojos yo lo vi ¿por qué se me olvida?'

eran las prácticas de la carrera, Trabajo social. tenía que visitar a un matrimonio de ancianos para valorar si necesitaban el servicio de Ayuda a domicilio (=servicio del ayuntamiento por el cual una auxiliar acude X horas a la semana para hacer las tareas domésticas y si es el caso, el cuidado y aseo de la persona)

me costó encontrar la casita pequeña, un piso bajo que daba directamente a la calle, en una barriada a la antigua usanza con sillas en las puertas de las casas donde salir a tomar el fresco y charlar con las vecinas.

llamé, y me abrió su hija. tenían dos, y una de ellas había sacado un hueco en su trabajo para estar aquel día durante la entrevista. yo tenía 22 años y la trabajadora social-tutora de mis prácticas estaba de vacaciones, así que era una de las primeras visitas que hacía yo sola.

el señor caminaba encorvado y estaba bastante sordo. la mujer caminaba muy despacito, y estaba delicada de salud en general. eran muy mayores.

INFORME SOCIAL:

Alfredo Valle y Luisa Ortega (82 y 80 años)

Estado de la vivienda: Muy buena. Calefacción eléctrica. Sin problemas de accesibilidad: una sola planta sin escaleras. Baño adaptado (plato de ducha con apoyos) Cocina reformada: vitrocerámica, lavavajillas.

Situación familiar: Muy buena. Dos hijas: Luisa y Lucía. Muy buena relación. Implicadas en el cuidado de los padres. Trabajan todo el día, pero viven cerca. Les visitan prácticamente a diario. Conviven el fin de semana, en casa de las hijas. Dos nietos (hijos de Lucía).

Entorno social: Buena relación con vecinos, trato diario. Médico amigo de la familia. Muy conocidos en el barrio porque tenían una tienda de alimentación (se jubilaron hace años).

Dinámica familiar:

-Venga, venga, pero siéntese. 
-Por favor, no me llame de usted...
-¿Quieres un café? Yo voy a tomar uno. 
-Entonces sí. Gracias, muy amable. 
-Pues verás, es la historia de siempre, supongo: mis padres están muy mayores...
El señor Alfredo está sentado en una silla junto a la puerta y la señora Luisa en un sofá. Nosotras dos, en el tresillo. Me fijo en el señor Alfredo, que no aparta la vista de Luisa mientras la hija pequeña, Lucía, me cuenta aquello de que son muy conocidos en el barrio porque tuvieron la tienda de ultramarinos hace años y el señor Alfredo la mira con una intensidad definitivamente obscena para la edad que tienen y de pronto lanza un beso. La señora Luisa se ríe, y yo que me he dado cuenta me río y Lucía dice ¿qué? y la señora Luisa dice con una sonrisa de oreja a oreja:
-...ná, hija, tu padre, jijiji'-.
-Ah, sí, mi padre. Mi padre con mi madre. Es increíble- y sonríe-, siempre así. Siempre, siempre han sido así. Voy a enseñarte algo- y se levanta y abre un cajón del aparador. Los ancianos se sonríen sin dejar de mirarse. 
-¡Bonita!- exclama el señor Alfredo. A la señora Luisa se le escapa una risita adolescente. 
-Es que mi padre siempre ha tenido adoración por mi madre. Bueno, y mi madre por él. Se adoran. Y a mi padre siempre le ha gustado escribir poesías. Todas son sobre mi madre y sobre nosotras...
-Ah, sí, sí- interviene el señor Alfredo, al ver que su hija saca una carpeta muy gruesa llena de folios. 
-Mis poesías...-y veo cómo la señora Luisa sonríe con orgullo de musa, y su hija empieza a explicarme algunos poemas.
-Éste es de cuando nací yo, y éste de cuando mi hermana cumplió siete años, y éste es a los ojos de mi madre; y éste de aquí se lo hizo para un cumpleaños, es la historia de cómo se enamoraron...
Mientras, aquel matrimonio de octogenarios sigue comiéndose con la mirada hasta que finalmente el señor Alfredo se levanta, y encorvado y despacito va hasta Luisa, acaricia su pelo canoso, besa su mano arrugada y dice mirándole a los ojos:
-Mi amor...

...y hasta yo me pongo roja.

Diagnóstico Social:

Existe. Hay pocos casos, es una lotería que le toca a a veces a la gente. Pero sí; existe, y lo he visto con mis propios ojos y no quiero que se me vuelva a olvidar: tempus fugit, amor manet


*el tiempo pasa, el amor permanece. (Horacio)