martes, 19 de abril de 2011

LXXIX- Comando Sangüis

El mínimo de dignidad.

Darle la vuelta a la tostada.

Era mi meta para hoy. 

A media mañana ha acudido a ser encuestada acerca de la consistencia del pan de molde Muestra 2 una madre que venía con su hija de nueve años. La madre ha untado una rebanada con crema de cacao, mientras la niña se relamía diciendo '¡mmmmmm!' y he tenido que explicar que no se podía probar. ¡Qué pena! Ha dicho la niña, y la madre se ha reído y ha dicho 'Hija, mejor no mires, que ya sé que a estas horas te entra gusa' Eran las doce de la mañana. Es una hora muy razonable para tener gusa.

A continuación he tenido que pedir a la madre que preparase un sangüis (a partir de ahora lo voy a escribir así) para lo cual había mantequilla, jamón york del caro y lonchas de queso fundido. Mientras lo hacía, la niña se revolvía inquieta en la silla y la madre le decía entre sonrisas 'Hija, que no mires, que te va a dar más hambre. Ahora en un ratito llegamos a casa y comemos. Sí que es una pena que no se pueda probar, pero qué le vamos a hacer hija, así es'.

Por último hemos tostado otra rebanada y la madre ha untado crema de cacao, para apreciar la consistencia tanto en crudo como en tostado. He terminado de encuestar a la madre y les he dicho por lo bajini: 'si se lo doy bien envuelto...' la niña ha terminado mi frase con una sonrisa bien grande y también por lo bajini '...me lo guardo en mi bolsa grande y no me lo ven' y la madre ha estado de acuerdo, porque tirar comida está mal. 

Antes de salir por la puerta, la niña se ha girado y me ha dedicado una preciosa sonrisa cómplice.  

He salvado mi dignidad desde por la mañana, y he puesto mi miguita de pan de molde sin corteza para la causa de que una niña 
1) no crea que es normal tirar comida 
2) sepa que uno puede decidir saltarse alguna norma si es absurda y más si todos se están dando perfecta cuenta de lo absurda que es. 

A todo esto, la coordinadora, mi jefa en ciernes, recibe una llamada de los clientes (la marca de pan de molde) Le piden que mida, con una regla, en centímetros y milímetros, las diferentes muestras de rebanadas de pan. Dicen que algo no les cuadra.

No es difícil deducir que las rebanadas de pan no pueden medir lo mismo unas que otras si hablamos en términos milimétricos. A los de la marca no les entraba en la cabeza. En la recepción del hotel revuelven cielo y tierra para encontrar una regla. Miden las rebanadas: las rebanadas miden todas diferente. En fin. La conclusión es que la marca de pan se ha equivocado con la Muestra 3, la que estuvimos haciendo y tirando toda la tarde de ayer. A nosotros nos pagan igual, pero esas entrevistas habrá que repetirlas otro día. No es que toda esa comida se tirase para nada, fue para nada sobre el para nada. El colmo del colmo, vamos.

Debe ser un asunto complicadísimo mandar desde la marca de pan, tres tipos de pan de molde distinto, uno de los cuales es de otra marca. Y el cliente que estuvo ayer supervisando toda la tarde no se dio cuenta. Alguien mandó el pan equivocado, una sola palabra de diferencia 'normal' o 'familiar' genera un gasto de cientos de euros entre pan, entrevistadores, agencia, gratificación de los entrevistados, y repetir todo el asunto otro día. Y tirar otra vez tanta comida. No lo quiero ni pensar. 

Bueno, yo ya llevaba un rato apartando sanguis en una falsa bolsa de basura pero a partir de ahí he sido implacable: hasta las tostadas de crema de cacao, si estaban en condiciones, las juntaba con disimulo haciendo sangüis y las iba echando a la saca. 

He parado cuando he llegado al máximo que podía llevarme en el bolso a la hora de comer-un bolso bien grande- sin levantar sospechas. 

Pensaba hacer la de ayer y comerme un bocata en el solecillo del Retiro, y repartir los sangüis de camino y por ahí, que ayer vi bastantes mendigos. Pero me acordé de  Marco, que vive muy cerca de donde estaba, y le debía una llamada y una quedada hace muchos días. Podía quedar y hemos ido a comer a un sitio muy chulo: una bar llevado por una cooperativa de gente muy maja, salmorejo y hamburguesas de salmón con alcaparras, una pasada. Como el tiempo se me ha echado encima se ha quedado encargado, como miembro semivoluntario del Comando Sangüis, de repartir los sangüis donde considere necesario, que sé que sabe dónde y a quién. Y así me podría llevar muchos más por la tarde.

Cuando he vuelto al hotel, estábamos los cuatro entrevistadores pero la coordinadora había petado después de tanto tocamiento de cojones: por lo visto la agencia estaba en estado de caos y estábamos solos sin nadie que nos controlada. Lo he planteado nada más llegar: 'Chicos, si no os parece mal, ahora que no está la coordinadora y no la vamos a comprometer, yo querría llevarme los sangüis para repartirlos por ahí a quien le puedan venir bien.' Es que a la coordinadora también le tocaba los ovarios lo de tirar la comida.

'Me parece muy bien, yo estaba por decirlo. Me voy contigo a repartirlo luego' ha dicho Eva, y los otros, Laura y  Alberto, han estado de acuerdo. Los cuatro hemos ido guardando los sangüis apiladitos y en muy buen estado. Como no ha habido mucho curro (han tenido que anular bastantes entrevistas por la cagada de los panes equivocados) los he podido hasta envolver en servilletas de papel de puta madre. Con cuidadito. 

Y al salir del curro han querido venir conmigo. Hemos ido los cuatro, de Antón Martín a la Puerta del Sol y hemos subido hasta la Plaza Mayor dando sangüis a cada persona que veíamos pidiendo. El último lo he dado a un hombre que pedía en las escaleras de entrada al metro. 

Y aunque no se me quiten las ganas de quemarlo todo, llevo todo el día sintiéndome un poco ninja, porque he robado y repartido un montón de sangüis que se iban a tirar. Y no sólo eso, es que hemos sido cinco en el comando en un momentito. Y eso han sido nuestras cinco miguitas de pan de molde sin corteza.

Al llegar al portal de casa, un gato negro que está muchas veces por ahí pero que nunca me dice nada, me ha dicho 'miau' claramente a mí. Últimamente no les echo de comer porque les veo muy gordos, y veo que hay latitas de comida de gato recientes, de otras personas que les echan de comer. Pero le he visto un poco flaco esta vez. El tema del celo, tanta pelea y tanto folleteo les deja hechos mistos. 

El gato ha dicho 'miau', claramente a mí. 'Qué pasa, gato? Tienes hambre?' y ha vuelto a decir 'miau'. 'No me quedan sangüis, gato' pero ha vuelto a decir 'miau' y en fin, le he dicho 'bueno, espérate ahí que ahora bajo, anda'. He bajado con dos platos. En uno mitad y mitad de lata de comida de gato y comida seca, y en el otro le he puesto agua. Estaba esperando a alguien seguro, alguien del portal le debe estar echando de comer con regularidad. Le ha sorprendido, pero sí, ha dicho 'me caes bien' e inmediatamente ha atacado la comida. 

Y me dan ganas de repartirme entera.

Hoy desobedecí, hoy sí, hoy puedo decir que sí. Más allá del mínimo, seguro. Hoy desobedecí, y robé y animé a otros a que lo hicieran y eché de comer al gato callejero (multa de 500 euros, dicen los carteles de mi calle, ja, ja) y voy a dormir algo mejor que ayer.