que mi corasón está colgando en tus manos....
escucho al entrar en el vagón, y reconozco de inmediato al chico que anteayer se llevó la bronca del anciano.
sonrío pero él no me reconoce.
por supuesto está más entregado que el otro día. mucha gente en el vagón le da algo de dinero.
y mientras pienso que voy a contar aquí que he vuelto a verle; que creo que ya se le pasó el disgusto y sigue en la lucha, arriesgándose a nuevas broncas de ancianos, de no-ancianos, de vigilantes del metro, de la vida: pero sigue cantando cantando cantando la cabeza alta el pulso firme de unas cuerdas vocales que disparan siete balas una y otra vez