miércoles, 22 de mayo de 2013

volar(é)

esta noche soñé que encontraba el curso de un río, rodeado de encinas, que estaba medio seco.
bajaba hasta el cauce, que era profundo pero no estaba fluyendo. había partes con grandes charcos de agua, que no olía mal pero estaba estancada y era verde. todo el sueño tenía muchos tonos verdes. el agua, el musgo, los árboles. observaba las algas, los bichitos, me fijaba a ver si había ranas o renacuajos. todo estaba en calma. 

entonces, sentía que el agua empezaba a brotar de todas partes. que de pronto la tierra a mi alrededor se humedecía, los charcos comenzaban a crecer. en apenas unos segundos. yo miraba extrañada y no comprendía. y de pronto noté un temblor bajo mis pies. entonces miré hacia el curso del río y lo vi. de la nada, una ola enorme de agua verde que venía hacía mí. un puto tsunami en un río. 

intenté escapar fuera del cauce. estaba empinadísimo y corriendo no lo hubiera conseguido. 
pero me agarré a unas raíces, largas y frondosas, que colgaban desde arriba.

y trepé. trepé rápido, sin pensármelo. 

y me salvé. 

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hoy nos pidieron que viniéramos diez minutos antes al trabajo. pensamos que sería algún tema menor. algún asunto sin importancia, o tal vez un toque de atención sobre algo.
nos han hecho pasar a una sala elegante, en la que nunca nos habíamos sentado. nos han contado que el Monstruo, es decir, la Empresa, pide recortes, es decir, sacrificios humanos.
y que el mes que viene nos despiden porque son órdenes 'de arriba' (es decir, debo entender 'de Dios todopoderoso')

o 'la respuesta a mis preguntas de la semana pasada'.

no menosprecio la incertidumbre que llegará.
pero lo necesitaba, sí.
cambiar el rumbo.
no me quedaré a mirar cómo se me consume el paro.
lo siento mucho, mucho, por mis otros once compañeros y compañeras a los que también despiden. espero que ellos también sepan verlo como una oportunidad para montar la única empresa de la que nunca nos podrán echar: la de ser nuestros propios jefes.

el mérito no ha sido mío, pero sí es cierto que finalmente estos zapatos me durarán más que el trabajo. y me alegro. después de mi último día aquí, después de la última vez que me quite para siempre este (puto) uniforme, sólo me pondré tacones cuando a mí me dé la gana.
ya no habrá uniformes ni disfraces salvo por exigencias de guiones bien escritos.

no tengo ni un poquito de miedo. tengo ganas, muchas ganas.
de volar. de cerrar la puerta de la jaula tras de mí.
de no pasar un verano más encerrada entre estas cuatro paredes desde las que no se ve el sol.
no me lo esperaba.
pero pasan las horas y ya voy pesando menos
menos
menos

hasta que al final
y ya  seguro
y en menos de un mes

volaré.

(volaré solita,
si me tengo que estrellar
que sea desde muy alto,
que sea con mis alitas)