sábado, 28 de enero de 2012

noche de estudio

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El grado en que los conflictos se sentían como cuestión personal, además de dinástica y estratégica, queda patente en un pequeño drama que bien recordaban los habitantes del Madrid de mediados del siglo (XVI). En 1525, Carlos V derrotó a Francisco I en la gran batalla de Pavía, en territorio italiano, y, debido a un accidente, Francisco I fue hecho prisionero. El rey francés escribió a su madre política, Luisa de Saboya: 'Todo está perdido menos la vida y el honor'. Carlos, avergonzado por este botín en forma humana, envió a Francisco al Alcázar, prisión de Madrid, para que recibiera allí tratamiento de invitado distinguido.

Qué índole de honor sobrevivía a la derrota y la captura, resulta hoy difícil de entender, pero como se dijo anteriormente, las ideas medievales seguían influyendo. El concepto feudal de guerra como combate entre dos caballeros ayudados por sus amigos y servidores acompañaba a la idea de que, si se luchaba bien, dicha batalla y su resultado dejaban intacto el honor. El vencido volvía a casa para curar sus heridas y volver a empezar.


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*Jacques BARZUN,  Del amanecer a la decadencia, Ed. Taurus, pág. 161.