muy cerca de mi anterior escuela de pole dance estaba la calle del porvenir, que siempre me dio buen rollo.
ahora mismo voy a otro lado, cerca del metro Cartagena, y paso por la calle Constancia de camino al gimnasio.
(y pronto cambiaré de sitio. y en la salida del metro del nuevo sitio me he encontrado con esta encina de Claudio Rodríguez )
(los estímulos rutinarios. me gustan. como ver a los patos en el estanque,
cada día al salir de mi último curro -a la hora de entrar casi nunca estaban-
como ver a los gatos del tejado de una casa de Alcalá,
desde el tren, todas las mañanas, cuando iba a la universidad,
como el acordeonista de Avenida de América,
o pasar por la estación fantasma de Chamberí,
cada trayecto tiene sus estímulos rutinarios. y me gustan)