tengo que reconocer que el despertar precoz es mi favorito.
he pasado por todos, a temporadas. sin duda el peor es el de irme a la cama y no poder dormirme. se siente como tremenda pérdida de tiempo dar vueltas y más vueltas sin más propósito que dormir y sin lograrlo.
pero despertarme tras cuatro o cinco horas de sueño y ya no poder dormir tiene su encanto: sé que voy a estar jodida algunos tramos del día, pero me levanto, me tomo un café en mi escritorio, con la luz de la lámpara de tiffany tan bonita que encontré en wallapop y que no tiene sentido encender cuando es de día, leo, escribo, pienso, hago mimos a la gata y veo amanecer. me gusta ese rato en el que el mundo está tranquilo, en silencio, listo para estrenar.
no me agobio. sé que son rachas. una ya tiene experiencia como para saber que esto también pasará y volveré a dormir como un cesto. yo no me siento nerviosa pero algo, en mi sistema nervioso, sin duda está alerta. es todo lo que está por venir. las nuevas aventuras. no las sueño, no me da tiempo. las vivo.