literalmente.
Volvía del gimnasio con mi amiga y al pasar junto a un cubo de basura que estaba abierto, un punto de percepción ha captado algo inusual. Me paro en seco. Un libro. Un libro en la basura. Siempre me da rabia ver un libro en la basura.
No se ve el título, lo giro a ver qué es. 'El puente hacia el infinito' de Richard Bach. El autor de Juan Salvador Gaviota. Empiezo a leer el resumen:
'Un alma gemela es alguien que tiene cerrojos que pueden ser abiertos con nuestras llaves, y llaves capaces de abrir nuestros cerrojos.'
Dentro del libro, un billete de ida y vuelta gastado, trayecto Madrid-Zaragoza. Y unas hojas de papel, con algunas frases escogidas, manuscritas con letra de chica joven. Algunas, con toda seguridad son del libro. pero en una de las hojas creo que reconozco frases de 'Brida' de Paulo Coelho (la verdaddd es que me resultó cursi ese libro...) Me pregunto cómo y tras qué clase de desengaño ha acabado un libro que habla sobre las almas gemelas en la basura. Me lo podría imaginar. O no.
El caso es que me lo quedo. Es bonito por parte de la vida, que estés un poco de bajonera y te envíe algo de amor, hasta en la basura.
Tengo ya mucho que leer, tengo mucho que estudiar, pero un tesoro encontrado es un tesoro encontrado, y por ahora le concedo sólo la primera página:
"Creemos a veces que ya no queda ni siquiera un dragón. Ni un caballero andante, ni una sola princesa deslizándose por secretos bosques, encantando con su sonrisa a los venados y las mariposas.
Creemos a veces que nuestra era ha dejado atrás toda frontera, ha dejado atrás toda aventura. El destino está lejos, más allá del horizonte; las sombras refulgentes pasaron al galope hace ya tiempo y han desaparecido.
Qué gusto da equivocarse. Princesas, caballeros, hechiceros y dragones, misterio y aventura...no sólo existen aquí y ahora: ¡son todo lo que siempre ha habitado la tierra!
En nuestro siglo han cambiado sus vestimentas, por supuesto. Los dragones llevan hoy ropajes de gobierno, y trajes de fracaso, y equipos de desastre. Los demonios de la sociedad chirrían, y bajan en remolino hacia nosotros si apartamos del suelo la mirada, si osamos girar a la derecha en los recodos donde se nos ordenó virar a la izquierda. Tan hábiles se han vuelto las apariencias que princesas y caballeros pueden esconderse los unos de los otros y también de sí mismos.
Sin embargo, los que dominan la realidad aún nos salen al encuentro en nuestros sueños para decirnos que jamás perdimos el escudo para enfrentarnos a dragones, que un voltaje de fuegos azulados ondula por nosotros ahora mismo, para cambiar el mundo tal como queramos. La intuición nos susurra, veraz: '¡No somos polvo, sino magia!"
Bueno, no se puede negar que es más de lo que suele dar de sí la basura...