-Porque así es como funciona el mundo, hija- y suspira mientras corta la lechuga- o te crees que a tu padre le gusta levantarse a las seis de la mañana para trabajar en la fábrica. Claro que no. Pero hay que hacerlo y punto. Así es como son las cosas. Pero tú no te preocupes de eso ahora. Falta mucho para que seas mayor.
-Pero eso está mal.
-¿Qué está mal?
-Las cosas, ¿no? Si nosotros inventamos los trabajos, pues deberían ser trabajos que nos guste hacer...y si inventamos el dinero, deberíamos hacer billetes para todos, ¿no?
-Ay, hija mía. Sí, claro que sí-se ríe, pero no se ríe de verdad. se ríe en un tono que me dice qué ingenua eres, hijita. Ojalá fuera así. Pero así es la vida, así son las normas del juego.
-¿Entonces? ¿Por qué jugamos con unas normas que no nos gustan?
-Porque alguien lo hizo antes que nosotros, las normas ya estaban ahí. Nosotros no las inventamos.
-Ah...
no entiendo nada. Creo que no se me va a dar bien lo de vivir, mamá.
-Pero qué tonterías dices a veces, niña.