Las personas somos también lugares.
Y él huele como a hogar desde hace un tiempo.
Sé cuántos pasos puedo dar sin chocar con la pared, encuentro los interruptores, sé que no hay que pisar la tabla que está suelta en aquel escalón, y eso me gusta.
Y pasa que últimamente, cuando me voy por los tejados y descubro un lugar nuevo, en vez de sentir curiosidad, me da como pereza y hasta me irrita.
Me fastidia caminar a oscuras y no saber dónde están las paredes. Me molesta golpearme el dedo meñique del pie porque no calibro bien unas distancias que no conozco. Me perturban los olores que ahora no son nuevos sino extraños. Me irrita tener que preguntar dónde está el baño.
La salida sí, la salida siempre la encuentro sin problemas. A la primera. Sin preguntar.