La cicatriz hizo a Odiseo ser reconocido como Odiseo. La cicatriz le constituía como un Odiseo completo.
Las cicatrices son hermosas. Cuentan historias. La imperfección quiebra el absoluto de belleza, la aleja de lo terrible, del abismo; la cicatriz genera acercamiento.
Hay cicatrices de muchos tipos. Hay excepciones. Pero creo que en general, las asocio con la desobediencia. Las primeras cicatrices suelen venir dadas por desobedecer un aviso paterno-materno. La osadía. La valentía, la tozudez, la temeridad. No medir las fuerzas ni las consecuencias. Niños con heridas, betadine y tiritas en las rodillas: niños intrépidos y salvajes.
Ecos de heridas a las que se sobrevivió. Mapas de la vida, piel en ascuas de ave fénix. Tal vez nunca tuviste suficientes heridas ni lo suficientemente profundas como para mirar fascinado el acojonante poder de regeneración de nuestro -en otros aspectos tan mal diseñado- cuerpo. Yo sí.
Cada cicatriz cuenta más historias que muchos lunares juntos.
Pero si los lunares hablaran, también tendrían cosas interesantes que contar. Las cicatrices pertenecen al género épico, y los lunares a la lírica -yo diría que erótica.