la sensación de haberme ido de casa de mis padres no comenzó cuando me mudé a ésta. fue tiempo después, un fin de semana de visita por allí.
un detalle, un mazazo: el olvido de mi mano palpando en la pared, buscando torpe dónde estaba el interruptor de la luz de la cocina, que siempre había encontrado instintivamente.