puedo pasar el día con buen ánimo -hay que hacer lo que hay que hacer-
pasar el día en un curro que no me llevará a ningún lado,
en un sitio donde claramente no encajo ni encajaría en mil años,
haciendo una tarea rutinaria que absolutamente cualquiera podría hacer,
que nada me aporta, que en nada dignifica,
puedo sentirme afortunada porque al fin y al cabo, es trabajo,
es dinero, es una porción de subsistencia en los malditos tiempos que corren,
pero nada me impide llegar a casa y derrumbarme,
sentir que se me escapan los días dando puñetazos contra un muro
que no se ve
y que no se puede atravesar
un túnel sin fin,
la impotencia es saber que da igual lo que hagas,
cuánto te esfuerces,
porque nada hará que cambie nada
que se me escapan los días,
que se me escapan los días
y no hay salida,
no hay salida.
ni siquiera ventanas.