lunes, 6 de agosto de 2012

viersabamingo

y entonces Eos, la de los dedos rosados, les concedió un día de tres días. 'en realidad no es tan difícil', comentó ella, 'sólo hay que desearlo. a la gente se le olvida desear'.

la primera parte, a la que el resto de los mortales llamó viernes, transcurrió así:

*todas las fotografías son de esa pedazo de artista de Ellen von Unwerth









después durmieron y ella soñó que tenían una hija que no recordaba haber parido. 

y durante lo que el resto de los mortales llamó sábado, el hermano pequeño de él se presentó en casa con un gatito abandonado, flaco, hambriento y extremadamente embaucador. 

al primer vistazo ella dictaminó 

"es gata"

y al segundo vistazo, desde este ángulo tan de chantaje emocional,



él decidió que podía quedarse en el ático esdrújulo en calidad de refugiada en situación de riesgo biopsicosocial.




la pequeña lincesa juró fidelidad a los pies de su señor en cuanto tuvo ocasión y siguió haciendo méritos para ser la hija feral que él no engendró ni ella parió. sería tan fácil parir fieras. sería tan bonito. lo difícil es parir humanos.

y en la tercera parte del día de tres días o lo que el resto de los mortales llamó domingo, se dieron veinticuatro caprichos en uno, los de Paganini -semejante a los dioses- interpretados por el gran Ara Malikian para violín y cuerpo. 


y ya al final del día, al volver a la Casita de Colores, ella sonrió al ver el brote de limonero despuntar,



sonrió al recordar a la preciosa panterita adoptada por Horacio y su enorme parecido con una gata muy amada que tuvo de niña, sonrió al ver que su propia pantera la recibía con carantoñas, y sonrió al ver a sus dragones acudir puntuales a la ventana, atraídos, al final de un día tan largo que duró tres días, por la luz que iluminaba la habitación mientras ella escribía -sonriendo- estas líneas.