Fue en una de nuestras reuniones 'sobre lo divino y lo humano' que hacemos de vez en cuando. Somos un grupo heterogéneo bastante curioso.
Nos conocimos en un curso de Literatura Creativa que hicimos con Espido Freire y desde entonces estamos en contacto y nos vemos, sobre todo las que vivimos en la misma ciudad; cuatro de las siete integrantes.
Una de ellas es Flor. Flor perdió a su hija Helena en un accidente de tráfico por el alcohol que otro, y no ella, tomó. A Flor le encanta la literatura pero nunca le había dado por escribir.
Cuando le arrebataron a su única hija Helena, encontró en escribir un cauce para expresar su dolor y una manera de luchar para que lo que le pasó a ella no le pase a más gente. Así que colabora activamente en todo tipo de asociaciones y acciones de Seguridad Vial, de concienciación y de apoyo psicológico-jurícido-emocional a familias que pasan por lo mismo.
Pero Flor sólo podía escribir cosas tristes. Si hablaba de Helena, era para llorar su pérdida.
El año pasado yo empecé a estudiar Teoría de la Literatura. Un maestro maravilloso, Ángel García Galiano, fue quien me puso en claro y con palabras que existe un autor biográfico y uno literario, que tu escribes lo que te dictan las musas con el fin que te de la real gana, y que la literatura no es que sea verdad, pero es como si lo fuera.
Y tú ahí eres libre de hacer y deshacer sin rendir cuentas a las leyes de la física ni de la biología.
Le conté todo esto a Flor en una de nuestras reuniones.
-Deberías plantearte empezar a revivirla. Bastante duro es haberla perdido en la vida real. En lo que escribes no tienes por qué perderla. Podrías traerla de nuevo, hablar con ella, hacer que viva. Ahí siempre va a estar viva, Flor.
En la última reunión me ha contado que se acuerda mucho de lo que le dije. Que gracias a eso, ahora Helena es un hada. Un hada buena,claro. Le viene de familia.
(Fíjate qué cosas, Flor...yo lo aprendí de un Ángel)