Ayer fui al dentista. Me están reparando una muela y la pobre tiene una infección.
Yo lo notaba porque me dolía la mejilla, sobre todo al sonreír. Pero como no se veía hinchada, pensé que no sería para tanto.
-Pues hay una buena infección ahí-dice la dentista mientras me palpa la encía- y tienes un flemón considerable. Lo que pasa es que te ha salido interno. Como está así, hacia dentro, no se te ha hinchado la mejilla. Pero tú lo notas, claro. No pasa nada, es un flemón normal. Llevará su proceso sólo que, bueno, has tenido suerte y no se te nota.
Coño, qué discreto mi flemón. Es todo un detalle por su parte. Silencioso. Sin dar guerra. Me viene a la mente la presentación que J. ha hecho esta mañana en clase de Géneros Literarios. Era sobre los haikus japoneses. Una forma de poema breve popular (apenas tres versos sin rima, con métrica 5-7-5) que componen los japos para todo momento y situación.
Nos leyó algo así, de algún libro, que recomendaba a los japos hacer haikus 'si estás triste, no lo digas: escribe un haiku; si estás enfadado, no lo digas: escribe un haiku; si estás enamorado, no lo digas: escribe un haiku'. Así son los japos, así es su poesía. Delicada y sutil, discreta como mi flemón.
Lo opuesto a los griegos, cuya poesía es oral, pública y para ser recitada. Un flemón 'a lo griego' tendría que ser de los que te hinchan la cara, cuanto más mejor, y todo el mundo te dice 'joder, cómo tienes la cara! menudo flemón!' La poesía de los japos es silenciosa, escriben para no decir. Mi flemón es como un haiku, y nadie sabe que lo tengo si no lo digo yo.
Si tienes un flemón interno, no lo digas: escribe un haiku
Crece hacia dentro
como un tímido haiku
mi sutil flemón.