lunes, 22 de noviembre de 2010

me suena



No me gusta demasiado cuando los poetas hablan sobre los poetas.
Es una mera opinión, yo que sé: siempre me ha parecido algo egocéntrico, como cuando los raperos hablan de los raperos. No sé cómo explicarlo mejor.

Pero también es verdad que me gusta mucho la teoría literaria, eso que vaya por delante. Me gusta siempre que no se centre en justificar su existencia, sino que verdaderamente haga comprender su grandeza y ponga de relieve su necesidad.

Con esto quiero decir que creo que a veces, los teóricos se enredan y usan demasiados palabros esdrújulos para demostrar que para teorizar sobre literatura hay que usar un 'lenguaje superior' que se distinga del 'vulgar'. Esto es por un punto fundamental de la literatura, y es que usa el mismo lenguaje que se usa en la comunicación no literaria. Al contrario que en las demás ciencias/disciplinas/artes como por ejemplo las matemáticas, que usan un lenguaje propio. O la pintura, que también usa un lenguaje propio, o la música.

Por eso la gente normalmente no cree sin más que sabe matemáticas ni que sabe pintar ni que sabe componer una melodía, pero casi todo el mundo cree que sabe escribir; prácticamente todo el mundo ha escrito alguna vez un verso o un relato o ha hecho el intento, ya que cualquier obra literaria está compuesta por las mismas palabras que usamos para hablar o escribir cualquier cosa no literaria.

Aquí la diferencia no es qué lenguaje, sino cómo se usa.
Pero volviendo al tema de los poetas, pues es que a veces les noto como ese espíritu de ser una especie aparte. Que a lo mejor lo tienen los médicos, los topógrafos o los geólogos, pero de eso no soy tan consciente.

A veces tienes la intuición y alguien que sabe más que tú te lo confirma poniéndole palabras, dándole una especie de definición, y sobre los poetas se dice

que son capaces de rememorar una emoción con la misma intensidad con que la sintieron en su momento original. Esto es necesariamente así porque nunca se hace poesía mientras se vive el momento. Puedes tener un chispazo, pero siempre necesitarás asimilar la experiencia y luego ya lo escribirás.

Es decir, puedes ver un amanecer que te sobrecoja tanto como para hacerle un soneto, pero jamás escribirás el soneto mientras ves ese atardecer. Sin embargo, en ese soneto, la emoción se sentirá como si se escribiera en tal momento. Si el poeta es bueno tiene que ser capaz de traer esa emoción a flote en el momento de escribir.

De ahí que los recuerdos para el poeta son tan palpables como la propia experiencia, con la misma intensidad que la experiencia. Los recuerdos: las imágenes. De la capacidad de crear imágenes parte la imaginación. Y hace que para un cerebro poético, la ausencia tenga tanta o más fuerza que la presencia.

Esto que parece muy bonito, es un arma de doble filo. Porque el dolor se siente también en toda su intensidad. Esta sería una explicación última del suicidio de casi todos los poetas que sobrevivieron al horror nazi. Primo Levi y Paul Celan por poner dos ejemplos -Primo Levi es autor de la frase 'Para sentir el dolor del otro no hay que sentir empatía, sólo dolor'-, aunque lo cierto es que el promedio de suicidos en escritores y especialmente en poetas de cualquier época y condición, es desproporcionada si se compara con la cualquier otra profesión (prometo buscar las estadísticas, las tengo por ahí en algún lugar) y creo que la explicación puede ir en torno a esa intensidad de las emociones ya sean presentes o pasadas.

Pero así funciona su coco, se sabe no hay cura para el enfermo de poesía. Afortunadamente.
Y total que ahí sí he vuelto a reconciliarme con el 'sentimiento poeta'.
Casi nunca consigo llegar a las palabras. Pero al menos, a la emoción sí.

Reconstruir, rememorar la emoción que recupere el sentido primario de las palabras, volver a nombrar el mundo, sentir la ausencia tanto como la presencia, traer al pensamiento el amor, la soledad, la desesperación, el dolor, el placer y volver a vivirlos:

me suena