desde fuera de la sala de reuniones, cuya pared es traslúcida, puedo leer el powerpoint que explica por qué es bueno patrocinar con una cantidad indecente a la selección española de fútbol. las empresas que lo hacen, que son fuerzas políticas aunque no las votamos, lo hacen con el propósito de lavar su imagen y conectar con el cliente. clientes, votantes, es lo mismo. lo puto mismo. así que leo porque el fútbol es el único elemento realmente cohesionador de la sociedad española.
es cierto. basta recordar cuando españa ganó el mundial. las calles menstruaron. todo el mundo estaba en la calle. no ha vuelto a ocurrir. ni con el 15-M, ni con la reforma-secuestro de la Constitución, ni con la reforma laboral, ni con el cierre del metro en Madrid a las doce de la noche -toque de queda- ni por los desahucios, ni por el rescate bancario, ni nada.
el fútbol. eso sí une, y yo siempre seré una inadaptada. como deporte lo respeto, como espectáculo me sobra y creo que se ha ido la pinza colectiva dándole una importancia que no tiene.
me fascina, como espectadora no participante del asunto, la proyección de la gente en un equipo. "os vamos a machacar" dice uno del equipo A a uno del equipo B, "mañana, cuando os hayamos dado por el ojete, me lo cuentas" responde el otro. alguien podría pensar que estos dos juegan a algo, pero no. van a verlo en la tele. y uno realmente sentirá que ha ganado, y el otro realmente sentirá un poco de humillación, o de frustración de haber perdido. es fascinante.
claro, no soy la única que pasa del fútbol, y siendo sincera, aunque una le ponga empeño es muy difícil vivir completamente al margen. tampoco me enfurruño si toca ver algún partido de esos que dicen importantes. bueno, es un juego más. para ser tan mediático le falta violencia. eso me sorprende mucho, que tenga tanto éxito siendo tan light. todos esos maromos se supone que están en perfecta forma, que son fuertes, y sin embargo gesticulan su dolor de manera exagerada, se tiran al suelo a la mínima -de cantos, de cantos sin rodar ponía yo el suelo, a ver si se seguían tirando, que suelo decir, no, no lo puedo evitar-y nunca se llegan a enzarzar. en fin.
que tengo una razón más vital para pasar de todo ese rollo. vital, o no sé cómo calificarla. según algunas fuentes que no voy a citar, tengo entre otros el don de la inoportunidad, traducido en una primera manifestación precoz, muy precoz, tan precoz como nacer en una noche de Madrid-Barça. sí, sí, durante el partido. no me interesa quién ganó, sé que perdió mi madre: la primera historia sobre mi vida es que el médico de guardia se fue a ver el fútbol, que lo dijo así, literalmente, que dejó a mi madre sola, bueno sí, con una matrona, que no pudo evitar el desgarro que produjo esta niñita de cuatro kilos.
llámame irracional, porque yo no lo recuerdo -aunque los psicoanalistas tendrían algo que decir sobre esto, si yo creyera en los psicoanalistas-o rencorosa o absurda, desde siempre desconfío de lo que rodea al fútbol. que puedo decir sin mucho exagerar que es algo innato. lo que me convertiría, en algún sentido, y según la concepción actual del fútbol como elemento cohesionador de la sociedad, en innatamente inadaptada.
bueno, entre toda una legión de inadaptados por una cosa u otra. por suerte.
moralejas extremas para mí: intentar aprender a parir en casa dentro de lo posible si alguna vez voy a parir aprender a parir en casa por si la guerra, por si el copago, por si un partido que 'trascienda lo deportivo'.