La familia Hinojosa |
NO SIN MI HINOJO
-Perdona, ¿tenéis bulbos de hinojo?
-No, no tenemos.
-¿Y os lo puedo encargar?
-No lo creo, aunque lo pregunto y te digo algo mañana.
...
-Hola, ¿has preguntado lo del hinojo?
-Sí, lo siento: no tenemos en el almacén. La gente no lo conoce mucho y no se vende...
-¿Qué? Pues dadlo a conocer. Apostad por el hinojo. Si no va bien, yo os compro un cajón. Me muero por una ensalada de hinojo. Lo probé en Italia y por lo visto allí es algo de lo más normal. Y aquí lo usamos para aliñar aceitunas, pero no se nos ocurre comérnoslo. No lo entiendo.
-Ya, mira...la vida es dura.
NO SIN MI HINOJO II: El regreso a la frutería
-Hola, esto...¿seguro, seguro, que no podéis conseguir un par de bulbos de hinojo?
-Seguro.
-¿Tú ves normal que sea más fácil comprar droga que una verdura?
-Lo siento, no hay hinojo.
NO SIN MI HINOJO III: PONME MI PESO EN HINOJO, NIÑO
-¿¿ESO QUE VEO ES LO QUE YO CREO QUE ES??
-Sí, jodida loca del hinojo. Lo vi en el almacén y me acordé de ti. De ti y de la guerra que me has dado con el puto hinojo...
-¡JODER, QUÉ ILUSIÓN! PONME MI PESO EN HINOJO, NIÑO
-Oye, que no hace falta que te lo lleves todo, en serio.
-¡Qué cojones dices! ¡Mi puto peso en hinojo! ¡Llenaré el congelador!
-Bueno, ¿y eso cuánto es?
-Lo que diga la báscula. Espera que me subo.
-A ver...cuarenta y nueve kilos de hinojo, entonces.
-¿¿QUÉ??
-¿Qué pasa?
-¡HE VUELTO A ADELGAZAR, MALDITA SEA! Redondea a cincuenta, no te cortes.