hace tiempo que pienso que, en cuanto a la apariencia, los extremos no son buenos y además se tocan.
tanto si uno es abrumadoramente bello, como si es espantosamente feo, corre un alto riesgo de que le juzguen por el exterior y casi nadie se moleste en conocer cómo es realmente.
y por tanto, la amplia mayoría del montón, la gente normal, es la que tiene más posibilidades de darse a conocer, de ser conocida por otros, ser amada.
así de duro: la más guapa y la más fea, tienen exactamente el mismo problema.