viernes, 2 de julio de 2010

Con Primo Levi en una estación desierta

'¿Qué cosa hay más triste que un tren?'

Che cosa è più triste di un treno? escribía Primo Levi en 1946, el gran poeta del dolor, a su regreso de Auschwitz.

Casualidades; leí este poema mientras estaba una estación de tren absolutamente vacía. Fui la primera en llegar a esperar el último tren aquella noche.

Pero todo estaba en paz. Era una estación desierta; parecía un bosque hecho por mano humana, pero parecía de verdad un bosque. De acero, railes, hormigón, cristal; estructuras como en un bosque. Especies diversas. Equilibrio. Y yo diminuta, escuchando a los pájaros de metal y el sonido de esas ramas. Sola en el bosque y en paz.

Mucho mejor y menos triste que a esas otras horas de tránsito loco, cuando la estación no es bosque sino hormiguero, nudo de arterias por las que apresurados, ingisnificantes glóbulos rojos, corremos a todas partes sin mirarnos. Eso es soledad: la que se vive en medio de una masa de gente. Solo entre todo el mundo.

Primo Levi concluye que también un hombre es una cosa triste,
Se vive a lungo in soletudine
Anche un uomo é una cosa triste*


*Si vive largo tiempo en soledad,
también un hombre es una cosa triste.

Si eres como el tren,(animal domesticado y previsible que vive en el ecosistema humano que es la estación)
que parte cuando debe,
que sólo tiene una voz
que sólo tiene una vía,*

*Che parte quando deve,
che non ha che una voce,
che non ha che una strada,
Niente è più triste di un treno.


nada es más triste... que tú.


-desde luego hay muertos con los que da gusto hablar-