martes, 1 de junio de 2010

cirugía estética y dislexia existencial


¿Y por qué en lugar de hacer tantas cosas raras:
tetas de goma, narices más pequeñas, labios de silicona, culos más pequeños,
no inventan la manera de ponernos alas?

Unas alas bonitas, así con plumas, no hace falta que sean muy grandes.
Unas alitas, para moverlas cuando esté contenta y plegarlas hacia abajo cuando esté vergonzosa y estirarlas a tope cuando me despierte.

Con plumas blancas, seguro que blancas. Y que haya una manera de cambiarlas de color, estaría muy bien.

¿Y por qué no colas de gata?
Perdimos nuestra cola de mono, y si te paras a pensarlo, la echarás de menos; allá desde el abismo de tus remotos genes de mono.
Servía para un montón de cosas. Claro, sí, la perdimos por aquello de la evolución: dejamos de necesitarla. Pero entonces la vida era diferente, más tranquila: algunos animales salvajes, epidemias de vez en cuando y catástrofes naturales. Una vida apacible, comparado con lo de ahora. Ahora que necesitamos una cola animal y funcional.

Pero no hacen más que humaneces: bótox, culos, tetas, morros, abdominales de goma.

¿Dislexia existencial? Hay gente queriendo parecerse al póster, van hacia adelante. Lo siguiente a lo humano. Y yo iría hacia el animal, iría hacia atrás.

En ese sentido comprendo mejor a los que se operan la lengua para hacérsela bífida, o a ese tío que se ha operado ni él sabe cuántas veces hasta parecerse lo máximo posible a un gato. Eso sí me parece un motivo.

Pero nos venden tetas de goma, y al final nos olvidamos de desear las alas. De exigir las alas.