martes, 4 de junio de 2013

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esta mañana había una visita de las importantes, de esas que vienen cuarenta comerciales de alto standing como buitres (es verdad: cuarenta hombres en traje, con la única excepción de que estemos en una boda, sólo me recuerdan a una bandada de buitres, de cuervos, de muerte) a rodear al cliente, que en este caso eran los jefazos y quiero decir Jefazos de una marca de coches de lujo, que para no dar pistas diré que era Percebes-Zen.

el Monstruo, es decir la Empresa donde (aún) trabajo (hasta que nos echen este mes porque tienen pocos beneficios) ha obsequiado a los Jefazos Invitados con tres cáterins diferentes: uno a la 10 para desayunar: café, té, zumo, pastas, bollos; otro a las 11 para amenizar: refrescos; y otro a las 13 para almorzar: tortillas de patatas, croquetas, ensaladilla, embutidos, refrescos, vino, cerveza y pastelitos. 

apenas han probado el primero, han pasado completamente del segundo y se habrán comido como la mitad de lo que había en el tercero. a partir de ahí, depende mucho del talante de los camareros. los hay que no se complican y tiran todo lo que sobra, pero los de hoy eran muy majos y de los que piensan que qué pena tirar comida, sobre todo con la que está cayendo. nos han traído platos llenos de tortilla, croquetas, ensaladilla y pastelitos. nosotras asumimos estos detalles como pluses en nuestra bazofia de vamos-a-llamarlo-indemnización-por-no-llamarlo-guta por despido.

me he llenado una fiambrera de tortilla y croquetas y al dar las dos en punto me he largado a casa a seguir con la vida. 

al entrar al metro en la estación Tres Olivos había un hombre con aspecto de vagabundo. 

se ha sentado a pocos asientos de mí. tendría unos cincuenta años, barba larga, pelo largo, canoso. de pronto ha preguntado, un poco a quien iba a su lado, un poco a todo el mundo:

-¿Plaza de Castilla?

la mujer que iba a su lado le ha dicho vagamente que sí, pero debe ser que no le ha convencido. 
ha mirado alrededor, se ha encontrado con mi mirada y ha repetido

-¿Plaza de Castilla?

-sí, va hacia Plaza de Castilla

-you speak english?

-more or less...

-you are beautiful, girl.-con el acento en 'beautiful'.

-you are kidding me, man.

-are you hungry?

-hungry?

-yes, hungry.

-no, i´m not. and you?

-yes! í´m so hungry!-y se ha tocado el estómago.

-have you ever tried spanish omelette?

-yes!

-and you like it?

-ohhhh!- que viene a decir: ¡me FLIPA la tortilla española, nena!

se ha acercado a mí mientras yo sacaba mi fiambrera y unos pañuelos de papel. le he puesto unos cuantos trozos y unas croquetas en un pañuelo. él señalaba los trozos que quería. me ha dado las gracias con una sonrisa enorme, con la mirada luminosa. se ha ido al final del vagón y se ha sentado en el suelo a comer. 

cuando llegaba a mi estación, me he dado cuenta de una cosa. me he acercado a él y le he dado mi botella de agua. porque es inhumano pasar la tortilla y las croquetas sin un traguito de algo, hombre.

y me ha dicho:

-tú buon corasón. 

-y tú también.

y ha vuelto a sonreír con esa mirada. 

me he bajado del vagón. he pensado que hoy ha comido lo mismo el presidente de la Percebes-Zen y el mendigo del metro aunque ninguno de los dos lo sabe. ninguno envidia al otro ni se cambiaría por él. yo no tengo dudas acerca de cuál de los dos come con más cara de placer, sonríe con más ganas, mira con más luz, cuál parece un cuervo y cuál parece humano. 

y yo, ahí en medio. con unas absurdas ganas de llorar, de repente. no lo sé. de esas de y qué, de esas de y nada significa nada. 


(llegué a casa, me puse a escribir. al final la única que no ha comido soy yo)