A los quince le preguntan:
-¿Me quiere?
A los veinte:
-¿Le quiero?
A los treinta:
-¿Me engaña?
A los cuarenta:
-¿Mi amante me engaña?
A la echadora de cartas le gustaría saber qué mierda nos hacemos por el camino,
y si de verdad es inevitable.
Piensa que tal vez, lo único que podría salvarnos es amar siempre como adolescentes, cada vez. Como si jamás nos hubieran herido. Como si no hubiéramos herido a nadie, tampoco. Sin cargas, sin culpas, sin heridas, sin medida. Con el único anhelo de amar y ser amados.
Piensa eso: que tal vez.