Cada día, al volver del cole las saludaba y las tocaba. Eran enormes, desde mi perspectiva de cinco o seis años de vida. Vivían en mi portal, en una jardinera grande llena de tierra. Era una planta con unas hojas muy grandes en forma de mano. Manos grandes, verdes, planas y vegetales. Pero manos. Eran las Manojas. Yo estrechaba sus manos grandotas que parecían estar siempre saludando. Eran muy simpáticas, las Manojas. Siempre estaban de buen humor.
El día en que llegué del cole y ya no estaban, ni las Manojas ni la jardinera, fue horrible. Los adultos habían decidido que en un portal tan pequeño, una planta tan grande era un estorbo. Y las habían tirado. Eso me dijo mi madre, que no se esperaba el espectáculo que monté. Pero yo veía a los adultos regar esas plantas todos los días. Las cuidaban. Yo pensaba que a todos nos caían bien las Manojas. Vivían con nosotros, en nuestro portal. Y yo siempre las recordaba igual de grandes. Así que siempre habrían estorbado lo mismo, en todo caso.
Me estaban jodiendo dos cosas: la muerte de las Manojas, y la falsedad de los adultos. Que pueden cuidar de algo hasta el día en que deciden que les sobra, y entonces lo tiran, lo matan, lo abandonan.
Yo gritaba.
-¡Las Manojas eran mis amigas!¡las han matado!
-¡Pero cómo va a ser una planta tu amiga! ¡Las plantas son plantas!- intentaba hacerme razonar mi madre.
-¡Las Manojas eran mis amigas! ¡Les daba la mano! ¿Quién las ha quitado?
-El presidente de la comunidad.
-¿Quién?
-El Señor Turón.
-¿El señor calvo con bigote?
-Sí, ése es el presidente de la comunidad.
-Ese señor no es mi amigo. Ni se ríe nunca. ¿De qué comunidad es presidente?
Mi madre suspiraba aburrida con mis preguntas.
-De la comunidad de vecinos. Vivimos en un portal que tiene muchos pisos, y en cada piso vive una familia. Pues a todas las familias juntas que viven en el edificio se le llama 'comunidad de vecinos'. Y eso tiene un presidente, que cada año va cambiando.
-¿Y cuándo vamos a ser nosotros?
-No lo sé, hija, cuando toque. Aún faltan años. ¿Para qué lo quieres saber?
-Porque en cuanto sea presidenta, voy a arrancar al señor Turón y lo voy a tirar al contenedor, como ha hecho él con las Manojas.
-No digas tonterías, niña.
-¿Pero por qué? ¿Por qué él puede tirar a las Manojas y nosotros no podemos tirarlo a él?
-¡Porque no y punto! ¡Es un señor, no es una planta!¡Vale ya!
-¿Pero por qué se pueden tirar las plantas?
-¡Qué vale ya he dicho! ¡Cállate ya con las plantitas de las narices!
"Mis amigas. Eran mis amigas."
Además de la pérdida de un ser querido, y de la falsedad de los adultos, ese día también descubrí el instinto de venganza. Algún día vengaría la memoria de las Manojas.