viernes, 25 de febrero de 2011

La taza

Debería ser ilegal levantarse tan temprano.
Todavía medio dormida voy a la cocina. mierda. mi taza está sucia. cojo otra taza.

Pongo leche, la meto al microondas.

Voy a lavarme la cara mientras tanto y al poco escucho el
¡tilín!

Saco la taza del microondas. a ella todo esto le ha pillado por sorpresa, también estaba dormida y ahora se está desperezando.

-¿Quién eres tú? ¿Dónde está él?

-¿Qué?-por lo visto yo estoy más dormida que ella.

-¡Que quién eres! ¡Dónde está él!

-A ver taza, cálmate. No son horas para estas voces. Yo soy yo, la que vive aquí. Y tú una taza en la que me voy a tomar un café con leche, ¿qué te parece?

-Ya sé que soy una taza ¿eres idiota? ¿¿cómo no voy a saber que soy una taza?? Si vas a beber en mí, lo mínimo es que te identifiques. Y que me digas dónde está él.

-¿Qué él? No sé de quién me hablas. Taza, tienes muy mal despertar...

-¡Qué él dice! ¡Pero serás putón! ¿Cuántos él tienes, eh?

-Oye taza, un poco de puto respeto, si me haces el favor. Y estate quietecita, joder.- le pongo mi clásica combinación de una cucharada de café soluble y tres de azúcar y empiezo a remover.

-¡Pero qué haces! ¿Se puede saber qué mierda es esta que desayunas? ¡Qué barbaridad de azúcar! ¿Y por qué no le pones más café? ¡Esto no sabe a nada! Yo así no me despierto, vaya asco de café. Es el peor café que he probado en mi vida. Él le ponía más café y menos azúcar. Siempre, siempre. ¡Siempre más café y menos azúcar!

-¡Que te calles de una vez, jodida taza!

-¡Pero no me puedes hacer esto! ¡las tazas somos objetos de costumbres! Tenemos a nuestro favorito, no puede llegar cualquiera aquí, hala! y echarnos dentro el primer mejunje que se le ocurra! Dime dónde está él.

-Bueno, más o menos te comprendo-contesto pensativa, mientras remuevo el café con mucha leche y mucho azúcar y le doy un sorbo-. Él no está.

-¡No me gustan tus labios!

-La vida es dura, taza.

-¿Cuándo va a volver?

Le di un largo trago.

-Yo no contaría con ello, taza.

-¿Cómo que no? ¿Qué ha pasado? ¿Por qué no me ha llevado? ¡No puede ser! ¿Me estás diciendo que me vas a hacer esta porquería de café de ahora en adelante? ¿Que me he quedado sin favorito?

-No taza, la verdad es que no te voy a usar. Creo que te voy a dejar por ahí guardada porque eres un coñazo de taza. El desayuno que me estás dando...

-¿Y me lo dices tú? ¿Tú sí que me estás dando el desayuno! ¡Y qué asco de desayuno!

Apuro el café. Miro fijamente a la taza.

-¿Qué miras? ¿No ves que no queda nada, imbécil?

Levanto el brazo. Hago ademán de estrellarla contra el suelo

-¡¡AAAAAAHHHHH!!- grita la taza

-Te has acojonado ¿eh?

No puede ni replicar del susto. Ha vuelto a nacer y lo sabe.

-Joder, casi me matas...-dice con un hilo de voz y se obceca -quiero que vuelva él, dile que vuelva, quiero que vuelva él, tú eres una psicópata, lávame y déjame en paz, déjame, déjame

-Eres una taza muy ñoña. Ya sé qué voy a hacer contigo. Vas a ver qué bien te va a sentar.

Protesta mientras le pongo hielos y luego un poco de ron y luego cocacola.

-¿Te has vuelto loca? ¡No se pone alcohol en una taza para el desayuno! ¡No nos sienta bien! ¡No estamos preparadas!

Ya verás qué bien, taza, y la dejo ahí, al lado de un tazón.