No quiero llevar a confusiones.
Conviene recordar que una cosa es la literatura y otra es la vida real.
Lo suyo es que el conflicto se dé en la literatura, y que en la vida real seamos todos muy felices.
Como yo, que en la vida real me llamo Carla y vivo en un ático-dúplex con solarium. Llevo tres años con mi novio que es fotógrafo, grafólogo, logógrafo y otro buen montón de cosas esdrújulas. Uno de nuestros juegos consiste en que yo averigüe el patrón mediante el cual me da sorpresas y me hace regalos cada dos por tres (sólo por poner un ejemplo de patrón simplísimo)
En realidad estudié ADE y derecho y monté uno de esos negocios absurdos con los que la gente se forra de la manera más tonta. Así que en mi tiempo libre, (que es mucho desde que terminé de fotodepilarme) una de las cosas que me gusta hacer es escribir. Tengo algún tipo de atracción extraña hacia las historias de Bukowskis, Hanks Moodys, Drs House, Melvins Udalls y gente así. Supongo que por el contraste con mi vida. Me divierte escribir a Valeria, la trabajadora social bastante poco social, y hacer que ella escriba sobre otra que todavía no tiene nombre. Y que las dos se rompan la cabeza inútilmente sobre los tíos y sobre la vida y sobre su idiota pretensión de escritora en un mundo dominado por guionistas.
Bueno, y voy a ponerle una aceituna a mi vermouth.