más raro que el último beso más terco que el último abrazo más triste que el último adiós más duro que la certeza más áspero que otras manos más frío que la última conversación incrédulo cual perro abandonado más seco que mis ojos hostil como su boca
se yergue su cepillo de dientes
en realidad ya no. pero cuesta decidir el momento de tirarlo. quizá el momento más raro de la ruptura. no pasa nada: si vuelve siempre estará la excusa de que es muy sano renovarlo. estaba viejo, lo tiré se pone un cepillo nuevo y punto. pero eso nunca ocurre. sugiero a mis futuros amantes estables un cepillo de viaje, de traer y llevar. porque un hombre que sale de tu vida jamás se lleva de tu casa el cepillo de dientes. lo ves ahí cada día, al lado del tuyo, cuando es lo más cerca que están los fluidos de vuestros cuerpos y es triste. no es el primero que tiro. pero me gustaría que fuera el último. al fin y al cabo, al contrario no ocurre. no tengo cepillo de dientes en ninguna otra casa, nada que recuerde machaconamente mi presencia ni mi ausencia. soy tan leve. es más fácil olvidarme después del último beso el último abrazo el último adiós